CRÍTICA DE CINE
'Nieva en Benidorm' (Isabel Coixet. España, 2020. 117 minutos)
Isabel Coixet ha dirigido su mejor título desde ‘Aprendiendo a conducir’ (2014) y curiosamente el guion es suyo. ‘Nieva en Benidorm’ tiene como virtud la mezcla de géneros -aunque de forma irregular-, eso transforma la película en unos puntos suspensivos que llegan a ser divertidos. Todos los géneros que trabaja están desacompasados y la falta de trabajo en el guion los lastra. Si a esto le sumamos el excesivo metraje el resultado es una montaña rusa creativa. El acierto total es contar con un Timothy Spall que carga sobre su interpretación el peso de la trama.
Spall da vida a Peter Riordan, un hombre triste, metódico, envuelto en rutinas vacías en Manchester, con un único divertimento que es el clima y sus diferentes variantes. Toda la primera parte de la película sirve para introducir esa vida en “blanco y negro” que va conformando su día a día en su trabajo, un banco, sus fotos al cielo, sus tres galletas, su té, su libro y a las 22:30 a la cama. Una prejubilación no deseada y repentina le lleva a querer visitar a su hermano en Benidorm y aquí la película ofrece su primer giro. Todas las costumbres del personaje se arrojan por la borda con la desaparición de su hermano, ese desconocido, que es completamente diferente a cómo lo recordaba él. Tiempo y más tiempo de ausencias y hábitos individualistas.
La historia vira hacia el thriller en el que se produce la aparición de personajes construidos de forma anecdótica. Riordan toma conciencia de lo poco que ha vivido y conoce a una mujer que despierta en él algo desconocido pero que le permite avanzar. Las casualidades comienzan a formar parte en ese retrato de un Benidorm un tanto canalla que cobra protagonismo y que se muestra de un modo en ocasiones sugerente y en otros demoledor con sus tópicos y traiciones a la cabeza.
Lo realmente destacable es Riordan y su arco evolutivo. Lo demás pierde sentido. Personajes como el de Ana Torrent quedan desdibujados. No hay que confundir no dar todas las respuestas al espectador con los errores de guion y el personaje pese a los esfuerzos de Torrent queda a la deriva. Más sin sentido es el papel de Carmen Machi, que juega a la fogosidad y a la trampa junto con un descafeinado Pedro Casablanc. Coixet quiere jugar a las sorpresas y es donde flaquea una película que tiene instantes buenos, aunque sus diálogos sean inverosímiles y escasamente trabajados. ¿Por qué hablan algunos personajes cómo filósofos sesudos cuando lo que demuestran es lo contrario? El misterio de las frases bonitas.
Con ‘Nieva en Benidorm’ vuelve a quedar claro que Coixet puede rodar lo que quiera y cómo quiera y si es Con Spall en el reparto, todo cobra otra dimensión.
IVÁN CERDÁN BERMÚDEZ
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