Crítica de cine.
West
Side Story (Steven Spielberg. EEUU, 2021. 156 minutos).
Steven Spielberg es un genio
de la imagen, eso no ofrece duda alguna. Aunque se indique que ‘West Side Story’
es su primera incursión en el musical, esto no es del todo cierto. Las
coreografías visuales con las que suele componer sus planos en sí mismas ya son
musicales, aunque no sean acompañadas por otra música que no sea el ritmo que
les imprime. Su pasión por la película dirigida por Weise y Robbins no era
ningún secreto, la pregunta es ¿qué pretendía demostrar el bueno de Steven?
Técnicamente no se le puede
reprochar nada, eso sucede en todas sus películas, otro aspecto, y muy
diferente, es el libreto que le sirve de punto de partida. ¿Es un remake? No
exactamente. ¿Es una adaptación distinta de la novela? Tampoco. Hay una apuesta
por intentar renovar aspectos, aunque entorpezcan lo narrado. También se
produce un cambio de orden en algunas de las secuencias y eso es correcto en
numerosas ocasiones, pero existe un juego que redunda en el si es ‘West Side
Story’ pero no lo es, que termina por no cuadrar. Es difícil que, si alguien
se aproxima por primera vez a la historia, la misma ofrezca calado alguno. Una
renovación escénica como pudo ser el montaje que hiciese sobre las tablas
neoyorquinas el prestigioso Ivo Van Hove si hubiese tenido sentido, pero la
intención que muestra la cinta por momentos no es continua.
La propuesta de Spielberg
hace aguas en muchos aspectos, el peor, el personaje de Bernardo. La
inverosimilitud que ofrece el mismo es inquietante. Supuestamente es boxeador,
pero ni entrena ni nada y eso que tiene un combate importante, algo que llama y
negativamente la atención. En la pelea que mantiene con Toni, uno de los
mayores aciertos de la propuesta, tampoco demuestra ser ese boxeador con futuro
que todos dicen que es. Por un lado, se intentan respetar cosas de la primera
película y por otro se prescinde de otras para intentar apostar por otro camino.
No hay unidad en nada que no sea el aspecto técnico. ‘América’ un número
musical extraordinario termina siendo un cajón de sastre que no posee entidad
alguna.
El mayor acierto de la
película es Mike Faist en su rol de Riff. Dota al personaje de una entidad
sólida y capta el interés que Bernardo, el de esta propuesta, no posee. El
pasado y el dolor que lleva consigo genera un misterio sugerente y aterrador.
La escena en la compra de la pistola es una buena muestra de ello. El tema Cool
es sobresaliente en su nueva ubicación en la película y lo que supone el mismo.
Más sombras que luces en una
versión en la que el reparto es un tanto desigual y en el que Rachel Zegler y
Ansel Elgort abrazan aspectos pasados sin mucha convicción, pero con entrega
desmedida. Ariana DeBose destaca interpretando a Anita mientras que Rita Moreno
se transforma en ese trasunto de Doc que
supone una mirada de añoranza a algo que no está ya en la película.
El bueno de Steven puede
hacer lo que quiera. Sus películas han dado tanto dinero que puede permitirse caprichos
como este descafeinado ‘West Side Story’. Nada más.
IVÁN CERDÁN BERMÚDEZ
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