`MADRID. 1983. CUANDO TODO SE ACELERA´. Carnaval frenético y sus penitencias.

 


Crítica literaria.

Autor: Arturo Lezcano.

Editorial: Libros del K.O.

Páginas: 445.

Año: 2021

Los últimos años han supuesto una especie de eclosión de productos culturales que miran al pasado de una España que aún iba a marchas forzadas para intentar homologarse a la Europa de tradición democrática. Si bien podemos encontrar una ola importante de nostalgia que retrata aquellos tiempos como una arcadia de hipotecas pagadas y trabajo estable y seguro, una mirada que busca unas certezas perdidas en estos tiempos de incertidumbre y concatenación de acontecimientos históricos por entregas, también han visto la luz unas cuantas obras que miran a como éramos con una visión menos dulcificada, menos  sentimental y más de asfalto y calle. Podemos citar ‘Macarras interseculares’  de Iñaki Domínguez, ‘Todo el odio que tenía dentro’ de Servando Rocha y, aunque con otro ángulo más abierto, ‘MADRID, 1983. Cuando todo se acelera’ de Arturo Lezcano.

Lezcano elige una ciudad y un año concreto: Madrid, la ciudad donde parece que ocurre todo y donde todo el mundo quiere hacerse notar. Y 1983, un año donde se concatenan una serie de acontecimientos como varios accidentes aéreos o el incendio de una discoteca que indican que aún al país le falta mucho que avanzar, que modernizarse. De esta forma se puede decir que el  libro sirve como una guía inductiva para conocer cómo era la España de entonces.

Como si de un corresponsal se tratase, el autor manda las crónicas de la capital, crónicas que mezclan el trabajo de documentación con entrevistas a los que fueron protagonistas en su día de aquellos acontecimientos, logrando de esta forma que el texto tenga ritmo y que los hechos narrados no se queden es unas meras fotografías sino que sean traídas al presente, dotando de más riqueza al contexto histórico, social y político de entonces. 

El retrato, o más bien narración, que hace el autor de la época logra huir de la nostalgia de aquellos buenos tiempos  y de la fascinación de por la vida delincuencial y “auténtica” en la que tan fácil era caer, pero también evita la página de sucesos o la lista de terribles males, consiguiendo un relato trepidante y verosímil del Madrid contradictorio, esa ciudad llena de contrastes (aún todavía a pesar de sufrir el mal general de la turistificación y el modelo de ciudad de servicios), esa ciudad de capaz de acoger cálidamente a un recién llegado para dos calles más allá jugarle una mala pasada.

1983, año I después de que los socialistas arrasen en las elecciones prometiendo cambiar España de arriba a abajo modernizándola de su atraso secular. Año IV de Tierno Galván que ese año revalidaría mandato con mayoría absoluta omnipresente, alcaldísimo de Madrid, de bandos con vocación de perdurar, yendo de una tragedia a otra, el año que Andy Warhol se pasó por Madrid para vender alguna de sus obras mientras en las calles los atracos eran incontables ante la impotencia de un cuerpo policial violento y corrupto con muchos de sus miembros implicados en redes de delincuencia, crimen y asesinatos.

El autor divide su libro en capítulos que toman como referencia las zonas del mapa de Madrid. De esta forma mapea la ciudad no solo temporalmente, sino también geográficamente, mostrando así que no existía, ni existe, un solo Madrid, ni siquiera un solo Madrid fuera de la visión institucional. Además, le permite volver a hechos ya narrados desde otro punto de vista, desde el alcalde al encargado del cementerio.

Madrid como cronotopo, mapa y territorio a la vez, Madrid es esa ciudad  a la que de repente quiere venir todo el mundo que le empiezan a pasar todas las cosas y no está preparada. Lezcano logra plasmar en su libro esa ciudad que quiere quitarse tantos años de ser la capital del nacionalcatolicismo, la fascinación y el caos, el desencanto que ya se intuye, la violencia y la miseria. Un texto vibrante, buen representante de la crónica periodística y que es capaz, a pesar de las múltiples referencias específicas, de trascender del ámbito geográfico y seducir incluso al lector harto de la centralidad de este país.

BENJAMÍN JIMÉNEZ DE LA HOZ.


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