DE BATMAN A JESUCRISTO PASANDO POR SHAKESPEARE

ARTÍCULO DE OPINIÓN

Las ofertas fílmicas, teatrales, operísticas siempre pueden conjugarse con libros. Rebuscar entre la cartelera o en librerías puede traer muchas sorpresas, lástima que un buen número de las mismas sean negativas. 

PANTALLAS

El cine de superhéroes o de personajes basados en cómics se ha instalado ya de forma permanente en la cartelera. Existe un contraste muy llamativo entre las apuestas que puedan tener su procedencia en DC o en Marvel. Mientras que Marvel tiende hacia una infantilización argumental con guiones poblados de chistes autorreferenciales o multiversos, DC apuesta por premisas que dan menos cabida al humor y sí parecen tomarse a sus personajes de un modo más coherente o más acorde con lo planteado en los tebeos. En este caso, fue Christopher Nolan el que aportó una dimensión más seria al personaje de Batman. Ese hecho también pudo servir a Todd Phillips para dar vida a su melodramático Joker, aunque su propuesta tuviese más relación con el universo de Scorsese que con el de Batman. 


Matt Reeves ha conseguido articular con ‘The Batman’ una idea potente que recrea las encrucijadas del millonario Wayne evocando al prodigioso ‘Año 0’ de Frank Miller. También hay aspectos, fundamentalmente en lo deductivo y familiar, que parecen traer aspectos de ‘Gotham: Luz de Gas’ que articuló Mignola. Reeves tiene en su foco la crueldad, pero el pasado y las envidias también parecen estar presentes. Su estética oscura y sombría acerca los miedos de un Batman aún inseguro al que incorpora elementos humanos en su miedo. Este Batman recibe golpes, falla y deduce. Hay una acción más centrada en el interior que en los impactos. Las dos primeras horas son notables y el villano, Enigma, adquiere fuerza y consistencia. La última hora decae con el problema de no saber terminar y ofrecer varios posibles finales. La apuesta pese a su interés no permanece mucho en la retina. Sale ganando en comparativas si se tienen en consideración ‘Spider-man: no way home’ (2021). La saga protagonizada por Tom Holland es un guiño al público infantil  que disfruta con efectos especiales que acercan la propuesta a un juego de consola. Todo ello con guiños al pasado y cameos sin mucho interés. Lo que es el guion queda varado en tierra de nadie y se apuesta por una duración interminable. 


Buscando una propuesta alejada de lo anterior, pero siguiendo preceptos del cómic se encuentra ‘París, distrito 13’ (2021). Tomando como base textos breves de Adrian Tomine, Jacques Audiard ha conformado una película con momentos buenos pero irregular. La propuesta parte de la unión de textos breves que han querido los guionistas aunar de cualquier manera en vez de dejar que respiren por sí mismos para de ese modo instalarse en una sucesión de episodios, como han podido hacer Woody Allen o Bergman. El resultado es una película que descuida sus puntos fuertes para intentar dotar de coherencia a una trama que no termina de casar. Los aspectos íntimos sugeridos tienen más significación en la primera parte, pero la propuesta no termina de levantar el vuelo. Los textos de Tomine casi siempre son inquietantes, pero buscar acomodo sin una razón de paso consigue que no terminen de cuadrar como película pese a su elenco notable. Se espera que Audiard retome su nivel anterior.


‘Fantasías de un escritor’ (2021) de Arnaud Desplechin parte de una adaptación, esta vez no es un cómic, de la estupenda novela de Philip Roth, ‘Engaño’. El resultado carece de vida pese a los esfuerzos interpretativos. Desplechin es conocedor de que hay una buena historia,  pero se atasca en ideas fallidas que no consiguen armar un artefacto alentador. El texto de Roth tiene como base diálogos en los que un escritor se encuentra con diferentes mujeres, amantes todas ellas y analizan diferentes acontecimientos políticos e íntimos. Es una combinación muy potente que una vez más, y ya es casi soez en el caso de adaptaciones de libros de Roth, cae estrepitosamente en su anhelo de ser película. Si se atiende a la propuesta de guion, realización y montaje, parece que Desplechin no ha comprendido nada de lo que plantea Roth en ‘Engaño’. No ofrece continuidad y la aparición de diferentes amantes no tiene calado alguno porque sus historias son solo apuntes que jamás de alcanzan el lugar esperado. 

TABLAS

Por partida doble ha estado Calixto Bieto en escena. Por un lado ha sido el director escénico de la ‘El Ángel de fuego’ de Prokófiev  y con su montaje basado en dramas históricos de Shakespeare, ‘Reino’.  El trabajo realizado para la ópera de Prokófiev ha sido extraordinario. Su efectiva puesta en escena consigue que un texto repleto de lagunas adquiera sentido. Traslada con acierto una historia ambientada en el siglo XVI a los años 50. Toda la crudeza que retrata se maneja con brillantez por parte de un Bieto que ofrece una dirección exquisita y depurada. El exceso no cobra protagonismo, pero está presente sin enturbiar la propuesta. Todo lo sitúa en un cubo grande que bien podría remitir a montajes como ‘European House’ de Rigola, lo que entronca directamente con Thomas Ostermeier, en el que sucede toda la acción. El lugar parece evocar a esas moles de edificios de metal y madera. Se proyectan imágenes con gran impacto en el que los rostros agobiantes reinan y perturban. Su dirección no olvida referencias a ‘Alicia en el país de las maravillas’ y sitúa en la palestra de salida a una sociedad condenatoria. Montaje excepcional. 

‘Reino’ se sitúa en el lado contrario. ¿Entiende Bieto a Shakespeare? Por el momento todas las
adaptaciones realizadas sobre textos del bardo han sido incoherentes y artificiosas. Posiblemente, ‘Reino’ sea la menos acertada de todas. Aunque los textos de Shakespeare sean estupendos, no sirve solo con recortar de un lado y de otro para así pasar rápidamente de un texto a otro. Todo en la propuesta es incoherente. Tira por tierra a un personaje como Falstaff y articula un caos creativo. El elenco tampoco está bien. Se suceden gritos y artificio, eso sí, mucha sangre para que manche su escenografía inmaculada. Lo más interesante de la propuesta es el partido de fútbol que acompaña a algunas acciones. El resto es silencio.

PAPEL

‘Historia de una campeona’ de José Ángel Mañas es un libro curioso que no termina de arrancar. Mañas, escritor prolijo, moldea un tema complicado y consigue mantener el interés en los avatares de Erika, sus combates, el maltrato recibido, la relación con su entrenador, con su familia, en el vestuario,
en su desánimo y en su fuerza. Todos estos elementos son potentes pero la articulación de los mismos en ocasiones se ancla en lo reiterativo. Por momentos, Mañas, toma prestado el estilo de Talese para adentrarse en la rutina de la boxeadora pero pierde su objetivo al reiterar la crudeza emocional por la que atraviesa. Un libro siempre está conformado por decisiones autorales, es posible que el autor hubiese podido poseer más punch aportando más vitalidad deportiva para contrastar con la amargura  emocional de la protagonista. Se lee con celeridad debido a un estilo ágil y efectivo.

Max Porter en ‘La muerte de Francis Bacon’ apuesta por lo experimental y no termina de funcionar. En Abril de 1992, Francis Bacon viajó a Madrid en busca de su último amor, el banquero José Capelo, protagonista de su último tríptico. En Madrid, con muchos dolores, fue trasladado al hospital donde Sor Mercedes le atendió. Apenas habló y no recibió visitas. Porter trabaja con lo que sucedió en esos seis días junto a la monja. Hay conversaciones, pinturas, confesiones y mucha obsesión. Es en su articulación, un tanto opaca, en donde el libro no termina de redondear lo fascinante que engloba una temática de tamaña envergadura.  

Amélie Nothomb sigue sin ofrecer textos que alcancen el nivel del comienzo de su carrera. ‘Sed’ es su particular visión que ofrece de la figura de Jesucristo. El problema es que de particular no tiene prácticamente nada. Centrarse en el aspecto humano de una figura tan trabajada no es novedoso. Tampoco lo es el empleo de la lírica ni la aparición de los discípulos o de Poncio Pilatos. Nothomb recrea aspectos muy conocidos sin añadir gran cosa. Su propuesta está muy alejada de textos como el Mailer, Saramago. Hay aspectos del texto de Theissen, ‘La sombra del Galileo’, que podrían tener cabida en lo planteado en la novela, fundamentalmente en el modo liviano en el que trata el tema de forma novelada. ‘Sed’ recrea lo común sin termina de explorarlo. 

IVÁN CERDÁN BERMÚDEZ

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