DESTELLO HUMANO EN EL PÁRAMO DE LOS SUPERHÉROES

 


CRÍTICA DE CINE

'Los 4 fantásticos: primeros pasos' (Matt Shakman. EEUU. 2025. 115 minutos)

Los 4 Fantásticos: Primeros Pasos (2025) supone un nuevo acercamiento a los célebres personajes de Marvel, esta vez con un aire retro y con un tono mucho más humano que en intentos anteriores. La película se distancia del espectáculo desmedido que caracteriza a muchas producciones del género y opta por situar el énfasis en la construcción de personajes, en los vínculos entre ellos y en el modo en que la ciencia ficción puede dialogar con la fragilidad cotidiana.

El relato presenta de nuevo la transformación de Reed Richards, Sue Storm, Johnny Storm y Ben Grimm tras el accidente cósmico que altera sus vidas. Lo que podría haberse convertido en un mero pretexto para la acción, se aprovecha aquí como detonante de una exploración más íntima. Reed Richards, aparece como un líder brillante pero vulnerable, atrapado entre la genialidad científica y el dilema moral de guiar a sus compañeros -personaje con menos chispa de la película-. Sue Storm, encarna la madurez emocional y se convierte en el verdadero sostén del grupo, una figura que articula la unión de los demás. Johnny Storm, la Antorcha Humana, conserva su desparpajo juvenil, aunque en esta versión se le conceden momentos de duda y sensibilidad. Ben Grimm, transformado en La Cosa, concentra la mayor carga trágica: su nuevo cuerpo simboliza la pérdida de identidad y la necesidad de aprender a aceptarse.

El guion se construye alrededor de esta tensión entre lo extraordinario y lo humano. La narración evita la acumulación de escenas espectaculares y reserva espacio para la convivencia, las discusiones y los gestos mínimos que revelan cómo se comportan los personajes más allá de sus poderes. Esa elección imprime un tono distinto: menos pirotecnia visual y más atención al detalle, lo que convierte a la película en una rareza dentro del género.

La ambientación acompaña a este planteamiento. Con un diseño que remite a la década de los sesenta, la estética retro impregna tanto los escenarios como los artefactos tecnológicos y el vestuario. No se trata de una mera recreación nostálgica, sino de un marco visual que refuerza la sensación de estar ante una historia fundacional, de raíces clásicas pero narrada con un ritmo más sereno. Este estilo dota al film de una identidad propia y lo aleja de la homogeneidad que domina en muchas producciones recientes.

Los logros de la cinta son evidentes en la manera en que logra equilibrar la épica con la intimidad. La familia como núcleo de sentido, el descubrimiento de la vulnerabilidad y la necesidad de confianza mutua se convierten en motores narrativos tan relevantes como las batallas. Ese enfoque busca captar momentos emotivos dentro del traje y los superpoderes.

Sin embargo, no todo resulta igual de logrado. La historia central se apoya en un conflicto que, aunque funcional, carece de un antagonista de gran fuerza. El villano resulta correcto pero no memorable, lo que resta intensidad al clímax. A ello se suma cierta irregularidad en el ritmo: algunas secuencias destacan por su delicadeza y su densidad emocional, mientras que otras caen en lo convencional, como si la película vacilara entre una apuesta arriesgada y el respeto a los moldes habituales del género. Los diálogos también presentan altibajos: en varios momentos brillan por su sencillez y precisión, pero en otros se inclinan hacia fórmulas previsibles.

Aun con estas limitaciones, Los 4 Fantásticos: Primeros Pasos consigue dotar a los personajes de una hondura inédita en su trayectoria cinematográfica. Reed Richards, Sue Storm, Johnny Storm y Ben Grimm aparecen aquí no solo como superhéroes, sino como seres humanos en busca de identidad y de aceptación. Esa mirada convierte al film en un ejercicio de recuperación de lo esencial: la idea de que, antes que un equipo de combate, los Cuatro Fantásticos son una familia.

En definitiva, la película no revoluciona el género ni pretende ofrecer la aventura más espectacular de la temporada, pero sí abre un camino diferente: el de un cine de superhéroes que apuesta por la sensibilidad, por el cuidado en la caracterización y por la confianza en que las emociones pueden ser tan poderosas como los poderes. La obra se sostiene gracias a su capacidad para rescatar a los personajes de la caricatura y devolverles humanidad.

IVÁN CERDÁN BERMÚDEZ


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