'PROMETHEUS'. Un regreso insatisfactorio


CRÍTICA DE CINE

'Prometheus' (Ridley Scott. Estados Unidos, 2012)

Hay algo profundamente humano en el empeño de Ridley Scott por volver, media vida después, a retomar el proyecto que catapultó su carrera como director. Es una apreciación que nace de la emotividad y, rebuscando en la hemeroteca, en cierto desdén del director británico hacia las secuelas y el enfoque dado. 'Prometheus' vendría a ser en ese sentido una forma de reconducir a la criatura que amamantó, volver a llevarla a su terreno, indicarle el camino que debería haber seguido, sin necesidad de que sea hacia delante. En este caso, Scott vuelve a atrás pero no para mitificar lo que vendría después -su trabajo de 1979- sino para llevarlo a otros terrenos, alejarlo del original, crear otra carretera de la que en este caso, más allá de la ya asegurada 'Prometheus 2', no se conoce un destino ni la opción, ya descartada, de que se cruce con la saga original.

Hay dos formas de encarar 'Prometheus'. La primera parte desde la admiración al núcleo fundamental de la saga, centrado en 'Alien, el octavo pasajero'. Es cierto que el afín al canónico largometraje de 1979 hallará numerosas conexiones, muchas encubiertas o casi desapercibidas entre el a veces aparatoso engranaje visual. La relación entre ambas no se extiende mucho más allá, lo que aleja a 'Prometheus' del concepto de precuela al uso y lo aproxima más al de película independiente con ramificaciones que tocan a la precursora. Ahí está la segunda forma de afrontar su visionado, de forma única y aislada. Tras una primera media hora reflexiva y ambigua, tan al estilo de lo expresado en la nave de carga Nostromo, 'Prometheus' rompe con la contención, se desata y se convierte en un aquelarre de acción, cine de género salpicado por diálogos existencialistas de bajo perfil a la búsqueda, nunca demasiado concisa, del origen de la humanidad.

Esta opción, que puede causar sorpresas y desafectos, parte ya desde la elección del guionista principal. Damien Lindelof es uno de los cerebros de 'Perdidos', un profesional de escritura ágil, nerviosa y efectista. El guión de 'Prometheus' se nutre de esa habilidad con los giros y los volantazos, conformando una montaña rusa de cambios de ritmo y de dirección. Por lo que fuera, sus dos horas transcurren rápidas, no hay morosidad en su desarrollo. Lo que gana por ese lado se derrite en cuanto a la coherencia. Hace aguas en ese sentido 'Prometheus', generando tanta inmensidad de interrogantes, vacíos argumentales y situaciones ilógicas que ni siquiera un segundo visionado podría responder. Simplemente porque es imposible hacerlo.

El espectáculo visual es de primer orden, de principio a fin. Scott tiene la habilidad de generar una atmósfera propia, que sin renunciar a lo ya visto, sabe crear una tensión, aunque el factor sorpresa ya esté perdido de antemano. Todo da vueltas alrededor de un explicación que se masca, pospone, vuelve, se deja caer, se cierra y se abre. Un juego, en definitiva, tejido con un armazón de material de acción frenética y moldeado sin demasiada soltura por unos diálogos que se diluyen en su afán por parecer más importantes de lo que son. Al final 'Prometheus' se reduce a eso, algo demasiado ligero que deja una pose de insatisfacción parcial al seguidor de la saga, solo aliviado por determinados guiños y por la sólida interpretación del plantel interpretativo, con bazas fiables como una Noomi Rapace que va a más, un Michael Fassbender en estado de gracia y el infalible Idris Elba, al que siempre es un placer ver una manzanas más allá de las calles de Baltimore.

RAFAEL GONZÁLEZ

Publicar un comentario

1 Comentarios

  1. Mira que después de lo leído aún me quedan ganas de verla...

    Muy buenas críticas por cierto.

    ResponderEliminar