'HAMELIN'. Juan Mayorga




CRÍTICA LITERARIA

'Hamelin'
Autor: Juan Mayorga
Género: Teatro
Editorial: Ñaque (2005).
Páginas: 88


MAYORGA SE REIVINDICA

Juan Mayorga es un caso extraordinario dentro de la literatura dramática española. Procede de dos ámbitos teóricamente lejanos a la escritura, la filosofía y las matemáticas. Su pugna fue, en este caso, doble. Primero tuvo que ganarse el respeto de una profesión con un elevado grado de endogamia y que le veía como un extraño. En segundo lugar, debió moldear con un lenguaje teatral el estilo personal, teórico e intelectual, en exceso narrativo para algunos, transmitido por su formación. Lo consiguió a base de trabajo, perseverancia y unas condiciones naturales para la escritura.
 
Mayorga cuenta con una de las trayectorias más notables de la dramaturgia española actual. Escribió desde abajo, se formó en talleres, levantó proyectos de la nada y construyó historias que, con la ayuda de puestas en escena adecuadas, ya forman parte del imaginario colectivo de las últimas generaciones de espectadores y lectores teatrales.
 
‘Hamelin’ supone la cima de su teatro, un texto ágil formalmente, comprometido, polémico e implacable, de lo mejor que se ha visto en la última década en un escenario del país. Andrés Lima lo entendió a la perfección. El director de escena lo representó al frente de Animalario hace cinco años. La compañía sintonizó con las ideas plasmadas en el texto, en tal grado que lo consagró como el montaje de la temporada. La repercusión tocó a Mayorga, un dato a recuperar por poco habitual en los últimos tiempos, en los que la figura del dramaturgo queda tapada por la del director de escena.
 
El texto corona todo lo que Mayorga había expuesto con anterioridad. El madrileño, firme partidario del valor de la literatura dramática como lectura, tiene una visión unidimensional de las artes escénicas. Todo texto llevado a escena debe ser capaz de entretener y al mismo tiempo inquietar y sacudir al espectador. ‘Hamelin’ consigue elevar hasta las más altas cotas esa tesis, ya vislumbrada desde la lectura. Con anterioridad, los críticos habían reprochado a Mayorga un exceso de narratividad en sus réplicas, nacido en la mayoría de casos del ansia que mueve a aquellos artistas empeñados en poner al descubierto causas ya perdidas o sepultadas por el paso del tiempo. ‘Hamelin’ es la demostración de cómo ha ido depurando su relación con el género dramático.
 
El teatro de Mayorga nace de la imperiosa necesidad de contar un hecho aliado con la realidad, aunque sea tratado desde una perspectiva histórica, como sucede en ‘Himmelweg’ (el genocidio judío de la II Guerra Mundial) o la enciclopédica ‘La tortuga de Darwin’. Texto que se agita entre el suspense, el género judicial y la denuncia social, ‘Hamelin’ saca a la luz esa doble moral que corrompe a los estamentos de la sociedad actual. Todos estamos en peligro, proclama el autor en voz y cuerpo del protagonista, un juez al que le toca dictar sentencia sobre un posible caso de pederastia.
 
La obra profundiza en asuntos como la pederastia, la violencia y la necesidad de justicia, y lo hace sin que la escritura palidezca y pierda esa sencillez imprescindible para que esos aspectos sean asimilados por el lector. Todo se estructura alrededor del poder del lenguaje, a partir de la teoría de cómo el que tiene la manifiesta capacidad de dominarlo ejerce una influencia decisiva sobre el resto. El personaje que domina la retórica es el que manda, ordena y dispone, otro rasgo común en la dramaturgia de Mayorga, un autor al que, con total seguridad y alejado de adaptaciones y otros trabajos alimenticios, todavía le quedan las mejores páginas por escribir. 
 
RAFAEL GONZÁLEZ

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