'MADRE CORAJE Y SUS HIJOS'. Teoría del acercamiento


CRÍTICA DE TEATRO

'Madre Coraje y sus hijos'
Autor: Bertolt Brecht
Dirección: Rodolfo Cortizo
Compañía: La Pajarita de Papel
Teatro La Puerta Estrecha. Madrid

En un momento de la obra Anna Fierling, 'Madre Coraje', realiza un discurso acerca de la no coincidencia, del choque, entre los intereses de los de arriba y los de los de abajo, y de cómo en las disputas entre los poderosos, ellos, los miserables, siempre terminan perdiendo y pagando. El contexto es aquella Europa sumida en la miseria de la Guerra de los Treinta Años, en la que príncipes y reyes competían para ver quién liberaba a más pueblos arrasando tierras y ciudades.
Nada más actual, salvando las distancias, que esta Europa en la que los dirigentes se afanan en ser quienes más extienden el estado de bienestar recortando derechos y avances sociales. Una Europa de alianzas inexplicables y cambios de rumbo ideológicos ininteligibles que coinciden en empobrecer a los ciudadanos, mientras se le asegura que es por su bien, para salvar su alma. Una vez más las banderas como excusa, Dios o el Mercado,  igual de intercambiables que los trapos que salen en la escena a modo de banderas.
La compañía La pajarita de papel se atreve, tras sus exitosos montajes 'Este sol de la infancia', de Eusebio Calonge, y 'Cenizas a las cenizas', de Harold Pinter, a representar 'Madre Coraje y sus hijos', del dramaturgo alemán Bertold Brecht. Y lo hace con éxito, sin renunciar a su sello, usando el espacio como un elemento dramático más e integrado en la narración, y con una labor de investigación textual y escénica, de creación de personajes, que huye de la complacencia y apuesta por el riesgo, por el cara a cara con el público, tan cercano.
De esta forma presenta un Brecht no tan épico, no tan 'distanciado', como se le acostumbra a poner en escena, en montajes que tienden a la grandilocuencia y a lo operístico. Aquí se apuesta por la cercanía, por lo íntimo (con el público situado muy próximo y alrededor). El momento histórico que retrata no es si acaba o empieza la guerra, si vencen los católicos o los protestantes, lo que importa es que Kattrin ha quedado marcada para toda la vida por esa contienda y ya no podrá encontrar marido cuando llegue la paz.
Es así, a través de la intrahistoria, del acercamiento (valga la expresión) a los personajes como se conoce la tragedia de la guerra, del precio que hay que pagar. Es a través de los ojos de Kattrin, a través de esos ojos que se van apagando, desde la ilusión a la desesperanza de quien ha visto demasiados horrores y sabe que ya no puede esperar nada, ni siquiera de la paz.
Una Madre Coraje a la que el paso de los años van agotando y van cargando sobre sus espaldas derrotas y pérdidas, en la que toda su dureza, renunciando a la ternura, amor despiadado se podría decir, (porque este montaje se aproxima a los personajes para mostrar más claramente los sentimientos) hacia sus hijos no evita que la guerra le cobre factura. Pero que, a pesar de todo, continuará tirando del carro, viviendo de la guerra de la forma más honrada posible: sin matar ni robar, enterrando a los muertos y comerciando con los vivos, sin importa cuál sea el bando o el credo.
Y alrededor de Madre Coraje y de sus hijos desfila una galería de personajes que tratan de sobrevivir a la guerra como pueden, unos que se enriquecen y otros que pasan hambre, cuya condición de víctima o verdugo cambia a cada instante, porque la guerra saca  lo mejor de nadie, los hijos de la guerra han de ser cínicos, temerarios, astutos y desconfiados, no hay lugar para los héroes o los justos.
De esta forma, Rodolfo Cortizo presenta un Brecht cercano, huyendo del distanciamiento, acercando al público los personajes tanto física como emocionalmente, evitando, eso sí, juzgarlos o predisponerlos, al menos con los principales. De esta manera, en principio, alejándose de sus postulados, actualiza al dramaturgo alemán de forma coherente, pues, además de ofrecer un intenso espectáculo teatral, con un gran trabajo de la mayoría de los actores (un trabajo enorme tanto para los que sólo realizan un personaje que les obliga a una presencia constante tan cerca de la  mirada del público, como de los que representan numerosos personajes), sino que muestra con gran eficacia los horrores de la guerra y las miserias de los poderosos.

BENJAMÍN JIMÉNEZ

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