CRÍTICA DE CINE
'Sinister' (Scott Derrickson. Estados Unidos, 2012. 110 minutos)
Desde hace tiempo el cine de terror que alcanza la cartelera comercial no golpea como debiera. En un fugaz repaso lo más reciente de garantías, 'Paranormal activity' perdió crédito en su tránsito al éxito e 'Insidious', tras un prometedor arranque, se descabezaba llegado el épilogo. El terror sí ha encontrado un espacio en el área de las series (la histriónica 'American Horror Story' y la británica 'The fades') y lejos de los cines, al calor de los festivales especializados y la red. En esa tesitura, 'Sinister' llevaba tiempo reclamando la atención del aficionado, ansioso de que por fin un producto del género fusionara aspiraciones taquilleras y ansias cinéfilas. El resultado, aunque lejos de lo esperado y con sus costuras a plena luz, rinde beneficios por encima de la media.
'Sinister' lleva la firma de Scott Derrickson, en cuya trayectoria solo reluce 'El exorcismo de Emily Rose', vistoso e incompleto acercamiento al subgénero que iniciara William Friedkin en 1974. Ahora cambia de terreno y se marcha a la zona de las casas encantadas. Es cierto que 'Sinister' aporta algo de aire fresco, intenta dar un paso adelante. Pero se queda corto, ese avance es temeroso, tímido ante la posible contestación de la taquilla. Derrickson recrea con solvencia un ambiente insano, hasta macabro en sus momentos álgidos, y erige un monumental tótem del terror en la figura de Bagul. Estos picos contrastan por la falta de intensidad de buena parte de un metraje excesivamente ensanchado. Derrickson es consciente de que hay que pagar estos peajes y suple esa morosidad con un amplio surtido de golpes de efectos taquicárdicos no aptos para corazones agitados.
El intento de realzar el producto con una nómina interpretativa de relumbrón tampoco cuaja. El terror es un genero de emociones, no de nombres. Los secundarios son superficiales, decorativos en algunos casos (el joven agente y la mujer del protagonista). Ethan Hawke salva la papeleta de un papel esposado al tópico del escritor ambicioso a la búsqueda de la obra perfecta, no importa el coste.
A pesar de errar en esos detalles, es de agradecer el tono oscuro que mantiene 'Sinister' en todo momento, sus ganas de agradar-asustar y el cierto encanto a clásico que exhala. Aunque es al final cuando reserva su mejor baza, con un giro que no guarda en su interior nada más que aquello que la casa llevaba prometiendo desde que abriera sus puertas a los nuevos inquilinos.
RAFAEL GONZÁLEZ
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