'SKYFALL'. En territorio de nadie



CRÍTICA DE CINE

'Skyfall' (Sam Mendes. Reino Unido y Estados Unidos, 2012. 143 minutos)

Lo que venía precedido como la gran cinta de Bond se ha quedado campeando por una especie de limbo que no parece acercarse claramente a ninguna de las múltiples variantes que ha venido aportando el personaje a lo largo de cincuenta años.

La inclusión de Sam Mendes en la dirección parecía ser la guinda de un pastel que provenía de dos partes más que interesantes que se habían propuesto reinventar al ya agotado agente británico en la piel de un Pierce Bosnan que aparte de lucir relojes había conseguido bien poco – culpa de unos guiones tan pobres con ridículos-. La aparición de Bardem en su papel de villano también hacía presagiar grandes augurios… ¿Qué ha sucedido realmente?

´Skyfall´ se aleja de lo que anunciaba ´Casino Royale´. El guión parte de ciertas ligerezas que empobrecen y ensucian aspectos de la trama. Pretende conjugar diversos elementos clásicos con otros novedosos, pero el resultado es muy desigual. El minutaje avanza sin que realmente se cree ningún tipo de tensión que vaya más allá de ciertas curiosidades.

La búsqueda por mostrar la fragilidad de Bond en sus orígenes no aporta más al personaje, que más bien se ve desnudo, ya no se puede imaginar nada, lo dan tan masticado que ciertos enigmas han perdido vigencia. La mezcla con esa especie de figura materna que se ha convertido M no da el jugo suficiente –por mucho que luchan por ello-. Igualmente sucede con el villano encarnado por Bardem. No es ni tan malo ni tan inteligente como se va enunciando a lo largo de más de la primera hora de metraje. Sus frases son poco ingeniosas y el duelo con 007 es muy pobre. Tampoco es eficaz el extraño juego de seducción entre ambos. No hay una homosexualidad patente. El villano no deja de ser una especie de ermitaño que vive solo en una isla y para el que Bond es un divertimento, uno más. Las razones que hayan motivado a Bardem y Craig serán poderosas, pero éstas no se transmiten con claridad; es un simple juego, un guiño a un posible cambio que no llega –por mucho que tampoco haya una chica Bond-.

El resucitar a 007 de las redes de las distancias envueltas en alcohol y sexo salvaje sin palabras no deja de ser algo ya un tanto manido –no hay película de superhéroes que no se preste a mostrarles en horas bajas y en bajo estado de forma-.  ¿Realmente trabajaron en el guión?

La presencia del humor o de personajes como Q, Moneypenny o el regreso a viejos coches… son pequeños tributos que no van más allá de la curiosidad o el guiño al fan. Evidentemente la película está rodada con elegancia y habilidad, la fotografía es impresionante-grandísimo Roder Deakins- los actores están muy resolutivos, pero no hay mucho más. De acuerdo, todo es correcto, pero se queda a medio camino de algo concreto. La difusión en su deseo de mostrar venganza, el regreso del “hijo pródigo”, la obsesión por el paisajismo… consiguen que nada en la saga avance. Es posible que hayan humanizado al personaje demasiado. Sus heridas se muestran cicatrizadas, ya no hay que saldar cuentas, ya sólo quedan él y sus circunstancias. Los fantasmas del pasado son solventados de un plumazo, no hay ecos de un dolor que ya se muestra inoperante. La oscuridad mostrada por Bond en las dos películas anteriores permuta en luminosidad. Su hermetismo se pierde en la búsqueda de esa figura materna a la que necesita tener cerca –ni siquiera ese paralelismo con el villano está bien resuelto-.

La acción no es trepidante, tampoco hay demasiada reflexión –aunque por momentos se enuncia- y todo se resuelve de un modo sencillo. Parece que se abre un nuevo camino, el del regreso a lo ya establecido. Skyfalll deja la franquicia en un lugar muy peligroso para el futuro de la saga aunque aún se esté a tiempo de la recuperación. Quizá no les importe demasiado porque cualquier película de 007 no deja de ser “diamantes para la eternidad”… y claro… el dinero llega a poder con las buenas ideas.

Por el momento,  Bond vuelve a perder prestancia –aunque conozcamos donde se crio- y es que la sombra de Sean Connery -y del director Terence Young- es demasiado alargada.

IVÁN CERDÁN BERMÚDEZ  

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