'EL RULETISTA'. Mircea Cartarescu



CRÍTICA LITERARIA

'El ruletista'
Autor: Mircea Cartarescu
Editorial: Impedimenta (2010)
Páginas: 64

NADA O NADA

Inadvertida lejos de los foros académicos, la literatura rumana actual, al igual que el cine, goza de un prestigio -siempre relativo, hay que precisar- que se fraguó en la recta final del siglo XX. Superada la grisura del comunismo, diferentes autores abanderaron la renovación de un lenguaje literario demasiado estático durante mucho tiempo. Mircea Cartarescu (1956) funciona como bisagra entre aquellos y los actuales, entre los que sufrieron la dictadura de Ceaucescu y los que hoy ya no sienten ese gélido aliento encima. Impedimenta publicó a finales de 2010 'El ruletista' (cuidada edición, elevado precio), un relato largo extraído del volumen 'Nostalgia' (de 1989 y que acaba de aparecer en España), esclarecedor y definitorio acerca del estilo del autor de Bucarest. De hecho, ya se indica desde el inicio que forcejeó con la censura.
El lector sabe ya de principio que se cita con un texto que tendrá un alto componente simbólico, de densidad y que no ahorra apuntes autobiográficos. Aunque encierre dobles lecturas que puedan parecer lejanas al aquí y ahora, 'El ruletista' fluye y se conecta sin dificultades con cuentistas como Kafka en su versión más tenebrosa. Este largo relato encierra, ante todo, un profundo sentido simbólico. La vía de escape del protagonista, un escritor fracasado, son sus sueños, solo que en esta ocasión no funcionan como huida de la grisácea realidad, sino como prolongación de la misma. La descripción que este personaje hace del ruletista no es más que su reflejo, el de un hombre que quiere pero no puede. Se sirve de esta figura, un hallazgo afluente de películas como 'El cazador' o 'Intacto', para multiplicar el efecto de su para él indigno andar por la vida y para retratar unos alrededores pigmentados de un atmósfera indefinible que lleva la huella de una inminente autodestrucción.
Es llamativo que se tildara en su momento de explícito el contenido de esta obra ante el arrollador desfile de mensajes cuidadosamente tapados que esconde. Más allá de ese contexto social y político que recorre el texto, queda una prosa elegante -traducción de Marian Ochoa- y la altura y profundidad que coge ese ruletista empeñado en desafiar a la lógica y demostrar, una y otra vez, que en la vida no todo es cuestión de trabajo, talento o suerte, sino de un algo aleatorio, caprichoso y tantas veces malévolo.

RAFAEL GONZÁLEZ

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