'UNA PISTOLA EN CADA MANO'. Amigos desconocidos e inmaduros



CRÍTICA DE CINE

'Una pistola en cada mano' (Cesc Gay. España 2012. 95 minutos)

Las películas de Cesc Gay atraviesan siempre varias fases dentro de un aparente intimismo camuflado en historias cotidianas en las que los sentimientos corretean por abismos reconocibles. Tras la olvidable ‘V.O.S.’ ha querido regresar a una historia coral con Barcelona y ‘En la ciudad’ como telones de fondo. No es justo hablar de historia coral, lo acertado es decir: multiplicidad de cortos, cada uno con su principio y su desenlace que se unen de cualquier modo al final para que estos simulen estar encadenados.

'Una pistola en cada mano’ arranca con fuerza. Eduard Fernández demuestra una nueva vez más que tiene un talento desbordante. Su encuentro con aquel amigo de la facultad al que lleva diez años sin ver supone el contraste del triunfador y el derrotado. Su personaje está repleto de detalles y no hace concesiones a la galería. Sus dos intervenciones son tan sobresalientes que sólo por verle a él ya merece la pena el visionado global. Algo similar ocurre con la segunda historia, protagonizada por Javier Cámara y Clara Segura. Ambos llevan una situación de rencuentro de una pareja -al dejar el hijo de ambos en casa de la madre-, en la que el miedo y la cobardía del hombre –característica que une a los personajes masculinos de la película- salen a relucir en forma de regreso al hogar por no querer estar solo. Nada es dramático o sí, pero se suaviza con un sentido del humor cargado de ironía y realidad.

A partir de aquí, las historias se tambalean peligrosamente y la previsibilidad es un hecho que acompaña a cada corto. Intenta otorgar un rol diferente a Eduardo Noriega y eso no deja de ser un extraño truco para intentar demostrar que él es algo más que un rostro bonito –de ahí que se le pinte un tanto anodino y curiosamente derrotado por una mujer, una estupenda Candela Peña-. Tampoco funciona Alberto San Juan que recurre a sus tics con tanta frecuencia que no se es consciente de si interpreta al mismo personaje que en sus recientes montajes teatrales, ‘El montaplatos’ o ‘Traición´. Todo en él resulta bastante impostado.

La reunión final en la que todos se juntan no es más que un aviso al espectador/voayeur para recordarle que él ha sido testigo de las intimidades de cada uno de ellos, por lo que remarca que sus relaciones son puramente vacías y desconocidas. La desconfianza entre ellos es un hecho que se reitera demasiado. No es necesaria tanta explicación ni tanta redundancia. Todo se desinfla y trabajos como los de Luis Tosar, Ricardo Darín, Candela Peña o Cayetana Guillén caen en saco roto. 

Cesc Gay está muy lejos del que dirigió ‘Ficción’, quizá no regrese nunca, porque en su caso, es evidente que el que tuvo no retuvo… pero que al menos cuente con Javier Cámara y Eduard Fernández en lo siguiente que ruede.

IVÁN CERDÁN BERMÚDEZ

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1 Comentarios

  1. Un trabajo irregular, brillante de inicio e irritante en el epílogo. Destacaría la primera historia -Eduard Fernández engancha la cámara y no la suelta), la tristeza que sonríe de la segunda -Javier Cámara borda esos papeles- y al desconcertante Ricardo Darín de la tercera.

    Hay que esperar y pedir mucho más a Cesc Gay.

    El amigo de Eduard

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