BUEN VIAJE, LOU


Querido y admirado Lou:

Realmente fue a los 14 años cuando me adentré –gracias a mi tío y amigo Viru- salvajemente en The Velvet Underground. Aquella voz tuya me hacía enfrentarme a ese yo que iba descubriendo entre sucesivos rechazos femeninos. Recuerdo el impacto que me produjo leer la letra de aquella canción que le repetía una y otra vez a mi madre en la cocina, ‘Heroin’. Desde el día que supe su significado sentí algo de pudor al cantársela, aunque nunca te dejé de lado y fue’ Venus in Furs’ la que nos empezó a acompañar, aunque su temática era aún más salvaje. Imitaba tu voz, aunque sin esa capacidad de hipnosis que produce, pero me sentía satisfecho. Poco a poco comencé a conocerte como ese indómito de la escena, y aunque no me influenciaste tanto como Jim Morrison, siempre me has ido acompañando a lo largo de mi vida. Descubrir discos como ‘Berlín’ o cualquiera que fuese escuchando, me daba una visión algo diferente de lo que era un yo en fase de búsqueda.

Todo lo que leía de tus ataques de ira, tus celos, tus caprichos, tus excentricidades o el recuerdo fingido de un concierto en el que mi tío estuvo y que no pudo llevarse a cabo porque te habías pinchado heroína y no estabas a ello, conseguían un magnetismo idílico hacia tu lírica envuelta en esa voz que me llevaba a jugar a intentar ser cantante y a escribir letras que tenían ecos de aquellas tuyas o de Morrison y que leía a mi abuela con canciones de la Velvet de fondo.

Mi querido Lou, ¿y aquel disco que dedicaste a Andy Warhol? 'Songs for Drella', una maravilla que repetía una y otra vez, un homenaje salvaje sobre ese destierro que sufrió vuestro mentor por vuestra parte. Aquella culpa de las despedidas y del silencio en vida te condenó a la amargura de los remordimientos. No quise verte en concierto en directo en tus últimas visitas a Madrid porque no me gustaban tus declaraciones y te habías vuelto demasiado “místico”, pero nunca te dejé de seguir. Realmente es posible que mi vida fuese otra si no te hubiese escuchado. Me gusta recordarme en esa cocina con mi madre cantando tus letras, inventándome significados y relacionándolas con aspectos de mi vida que no eran tales, pero que yo buscaba.

Luego surgió el teatro e imaginé aquel montaje de 'Ricardo III' con canciones tuyas. Ya solo queda lo que fuiste pero ten clara una cosa, querido Lou, sin ti, nunca hubiese escrito una sola palabra. Buen viaje querido amigo no conocido. 

IVÁN CERDÁN BERMÚDEZ

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