CRÍTICA DE CINE
'Prisioneros' (Denis Villeneuve. Estados Unidos, 2013. 146 minutos)
Una gran película no tiene por qué ser original. ‘Prisioneros’ en todo su planteamiento no pretende serlo. Salvo detalles –que son los que realmente marcan la diferencia- cuenta una historia que se ha podido ver con anterioridad: un secuestro, unas niñas, unos padres, la policía que no ayuda mucho… La diferencia es el modo empleado para realizarla, que es tan brillante como demoledor. Mantener la tensión a lo largo de 146 minutos es aleccionante. Denis Villeneuve es un director espléndido y consigue manejarse por aguas turbulentas como un réptil adaptado. Su precisión al apostar por una dirección integrada en la desesperación de los personajes denota inteligencia y destreza.
No hace falta más que unos cuantos minutos para conocer al elenco perteneciente a esa América poco turística y la relación de camaradería familiar que hay entre ellos para comprender su posterior reacción. El guion derrocha ingenio y mesura que se combina con una fotografía tan excelente como oscura y asfixiante. La desesperación que viven las familias, con un desbordante Hugh Jackman –al igual que todo el reparto- es tan palpable como desintegradora. El objetivo de la búsqueda por encima de la ley, la nostalgia, la decepción, la perdida, la degeneración, el miedo, el tiempo pasado, la tortura, el mirar hacia otro lado, el convencimiento, la pérdida de la razón, el alcohol… todo comienza a agitarse en esa coctelera del dolor para que los personajes vayan entrando en esa automutilación de quiénes eran para entregarse a los derroteros intuitivos de la supervivencia. No hay alegrías en la película, no hay tregua, no hay momentos que apacigüen el dolor y el rencor. Nadie entra a calmar la agonía, sino que no hace más que aumentar en cada vuelco narrativo. La historia va entregando pequeñas dosis de lo que pudo haber pasado en otro tiempo, en otro instante, en otra agonía, pero no es tramposa ni manipuladora.
Hay demasiados instantes notables para remarcar solo alguno. La desesperanza unida a cierta prepotencia policial se alían para encender aún más si cabe a un padre que nada teme y que no valora su vida sin su pequeña. ¿Hasta dónde nos permite llegar una intuición para olvidar la propia humanidad? ¿Cuál es el siguiente paso? Elegir una ciudad con un clima inclemente y desasosegante contribuye a que la armonía grupal sea aún más caótica. Los contrastes del dolor en los familiares son un aporte más en esa búsqueda agobiante por todos los rincones oscuros de unas personas que ya, suceda lo que suceda, nunca volverán a ser las mismas.
Evidentemente, los detalles son los que condicionan la resolución, que nunca es falsa. Hacer un 'thriller' con tantos elementos sobresalientes no está al alcance de muchos. El canadiense Denis Villeneuve, versátil y productivo, siempre da en el clavo y en este caso borda la sugerencia, el amor, el dolor y la huida.
IVÁN CERDÁN BERMÚDEZ
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