'VIVIR ES FÁCIL CON LOS OJOS CERRADOS'. De buenas personas y sueños cumplidos


CRÍTICA DE CINE

'Vivir es fácil con los ojos cerrados' (David Trueba. España, 2013. 108 minutos)

Tras aquella maravillosa reflexión sobre la desesperanza, el paso del tiempo, los anhelos y la fascinación por los pechos en formación que supuso ‘Madrid 1987’, David Trueba se adentra en el positivismo de luchar por los sueños, llevarlos a cabo y conseguirlos en su nueva película. ‘Vivir es fácil con los ojos cerrados’ es una oda al optimismo que Trueba filma de un modo correcto. Regresar a esa España de mediados de los 60 con el telón de fondo de la música de ‘The Beatles’ le abre al director la puerta de mostrar desde la esperanza el encuentro de tres personas en busca de efímeras huidas de lo que son sus vidas. No hay dramatismo en esas escapadas, evidentemente la más justificada es la de Javier Cámara –extraordinaria interpretación- como ese profesor de inglés que adora la docencia. Por encima de su admiración y respeto por John Lennon está el empeño en que sus alumnos aprendan inglés por medio de las letras de The Beatles. Que coincida todo con un rodaje que ha traído a Lennon a Almería es el impulso necesario para dar ese paso que implica buscar una mejor educación, más práctica. No deja de existir cierta desaprobación en los rudos métodos que emplea el jefe de estudios y contra los que el personaje de Cámara combate desde su parcela.

En su viaje encontramos a dos chavales que huyen por distintas razones de sus casas. Por encima de sus motivos, lo importante es lo que comparten y reflexionan en este viaje envuelto en 'road movie', sobre el punto en el que están sus vidas y lo que quieren hacer con ellas. No hay dramas, todo aquel que se encuentran por el camino es buena persona. Todos ayudan sin pedir nada a cambio, todo por la compañía. El positivismo es necesario y Trueba lo ha mostrado. Esta película curiosamente puede tener ciertas reminiscencias con su debut cinematográfico, ‘La buena vida’, al mostrar a esos jóvenes que experimentan algo que posiblemente les cambie la vida.

Algo extraordinario en David Trueba es que ha conseguido recuperar a Jorge Sanz. En esta ocasión interpreta al padrede los 'grises’ y sabe alejarlo de lo estereotipado de lo que se supone que debía ser un hombre de la época. Le dota de cierto corazón que consigue que su interpretación esté muy lograda y funcione armónicamente. Ramón Fontseré, pesé a ser un gran actor, parece siempre anclado en el mismo personaje, ya sea con Els Joglars como con Trueba. Buen descubrimiento Natalia de Molina, que compone un personaje enigmático con respecto a su pasado y las circunstancias que le han llevado a su estado. Tiene sensualidad y funciona con naturalidad en sus réplicas. Habrá que seguir su carrera. Francesc Colomer tiene momentos muy buenos pero se ve demasiada preocupación por el texto por encima de las intenciones; es solo cuestión de tiempo. Javier Cámara lleva el peso de la película y no hay duda de que su trabajo se verá recompensado. Es cierto que en ocasiones parece que a Cámara se le exige un cierto registro, pero es un actor tan potente que no importa lo que se le pida porque siempre llega a ello, no tiene frontera alguna y se agradecería que fuese aún más valiente y diese giros en sus proyectos; su talento es prodigioso.

La fotografía a cargo de Daniel Vilar es muy notable, capta la luz de un viaje emocional con las pautas de aquellas imágenes sepias en la memoria. Nunca es fría, siempre resulta cálida y es sutil al mostrar la intimidad de lo que le sucede a cada personaje. Un trabajo extraordinario.

David Trueba ha hecho una película positiva, no hay moralejas salvo la del amor a la enseñanza, que con los tiempos que corren, siempre es bienvenida tal reflexión. Sus novelas aún  siguen siendo  superiores a los guiones que realiza, pero se agradece que siga explorando, a la espera ya de su siguiente trabajo.

IVÁN CERDÁN BERMÚDEZ

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