CRÍTICA DE CINE
'El consejero' (Ridley Scott. Estados Unidos, 2013. 117 minutos)
Un guion tan poderoso como el escrito por Cormac McCarthy no se merece el trato que le ha dado un director que, realmente, o no se lo ha leído o no ha entendido nada. Esa especie de western fronterizo, doloroso, sucio, angustioso, hiriente y atractivo se ha transformado en una historia límpida y aburrida. ¿Cómo se puede echar por tierra un trabajo tan bien escrito? Lo más llamativo y lacerante es que el propio McCarthy da las claves de lo que sería una dirección correcta; ofrece todo tipo de detalles, pero queda claro que el director de ‘Alien’ se siente más cómodo rodando historias en el espacio o junto a replicantes que con seres humanos. ¿Qué fueron ‘Los duelistas’ y ‘Thelma y Louise’? Es posible que resultasen aciertos en una carrera donde hay más tropiezos que genialidades.
No resultaba extraño que Scott buscase a un guionista como McCarthy para que sus películas tuviesen algo de sustancia, pero lo que es un hecho palpable es que el cineasta no ha trabajado en el guion un solo instante, sino es imposible comprender cómo ha rodado todo como si se tratase de operaciones bursátiles de hombres exitosos y no de una historia en la que el rencor, la desconfianza y la muerte son las que llevan en volandas a esos protagonistas incautos y egoístas.
Talento en el aspecto actoral hay y mucho, malgastado, es trabajar para casi nada. Sus motivaciones se ven diluidas en recortes argumentativos que dañan el recorrido personal de unos personajes que son solamente caprichosos, hasta llegar al aspecto más negativo de todos: Penélope Cruz. Si ya su personaje no tenía un interés muy grande por escrito, sostenido por el amor con el propio consejero –un Fassbender que se vacía para nada-, en pantalla queda como una comparsa que luce palmito, una pena. Llama la atención una Cameron Díaz que saca partido a un personaje glorioso y cruel. Demuestra así que se puede contar con ella para cosas mucho más serias de lo que había ofrecido hasta el momento. Javier Bardem parece haberse relajado últimamente. Su más que olvidable trabajo en ‘Alacrán enamorado’ aún sigue en la retina y su aportación a la película de Scott tampoco es destacable. Se refugia en demasiados trucos interpretativos que ya le han funcionado, pero que aquí no aportan tanto como podría esperarse. Decepciona, porque con Bardem siempre, o casi siempre, se disfruta.
¡Qué pena da no sacar riqueza visual a un guion así! La escena en la que el personaje interpretado por Cameron Díaz copula con el coche de su novio es de una mojigatería imperdonable. Solo hay que leer el guion para contemplar ese momento tan absorbente que es el hecho de realizar el acto sexual con un coche bajo la atenta mirada de su pareja y las consecuencias en el cristal. Lo que filma Scott es un anuncio –malo- sobre compresas o sobre una colonia. Nunca lo que está escrito.
La fotografía se queda en nada. Todo tan luminoso es un delito contra el agobio y el terror qué pasan unos personajes avariciosos que son traicionados y abandonados a merced de un destino que no perdona. Si en el texto se mastica polvo en la película se saborea chicle rancio. Esperemos que McCarthy haga más guiones y que al igual que en la magistral ‘The Sunset Limited’ dirigida por Tommy Lee Jones encuentre directores a la altura requerida.
IVÁN CERDÁN BERMÚDEZ
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