CRÍTICA DE CINE
'Magia a la luz de la luna' (Woody Allen. Estados Unidos, 2014. 97 minutos)
Incluso las supuestas obras menores de Woody Allen tienen algún elemento que les hace subsistir a la nada, aunque en este penúltimo título cuesta reconocerlo. ‘Magia a la luz de la luna’ es una propuesta que combina dos acciones creativas contrapuestas. Por un lado un guion que es tan insulso como poco reconocible en la obra del director neoyorquino. Por otro, una perfección formal en cuanto a la técnica se refiere que es visualmente deslumbrante. ¿Es posible que pueda tratarse de un experimento y el cineasta haya querido no contar nada dentro de un marco delicioso de iluminación, vestuario y arte? En sus principios, Allen siempre se despreocupaba de un modo casi absoluto por casi todos los elementos que componían sus películas salvo la historia. Desde un tiempo –ya considerable- a esta parte todo ha cambiado y, con ejemplos como ‘Magia a la luz de la luna’, parece o cuanto menos simula que es al revés.
La escena en la que las entrañas de Woody aparecen no es otra que la conversación que mantienen tía y sobrino poco antes de terminar la película. Merece la pena asistir a tamaña filigrana emocional. ¿Dónde está Allen con anterioridad? Escondido. Otro elemento a tratar es la ya mencionada perfección formal. Parte de una iluminación de matrícula de honor a cargo de Darius Khondji, que consigue que el espectador asista a esa acumulación de instantes sublimes visuales sin que la historia tenga calado y esto no signifique demasiado. El vestuario de Sonia Grande es sobresaliente y juega una labor crucial en todo esa fusión de perfección estilística. El jazz empleado y perfectamente insertado en el ritmo del montaje de la siempre eficiente Alisa Lepselter hace que todo el equipo técnico de la película roce la matrícula de honor. Sucede lo mismo con las interpretaciones. El conjunto es muy bueno, pero por encima de todos, destaca esa sensualidad de Emma Stone y la sabiduría de Eileen Atkins en su papel de tía. Son esos detalles los que consiguen que ‘Magia a la luz de la luna’ no sea ese telefilme –en el mal sentido- que anuncia su guion.
Es cierto que también Allen realiza varios guiños a Shakespeare, pero son perlas casi anecdóticas en una pieza elaborada sin el tesón ni la frescura de ninguno de sus títulos anteriores. La previsibilidad en esta ocasión es algo que no se lleva bien. Los caprichos y desenmascaramientos son insulsos, pero es Woody, y aunque sea por una secuencia, siempre hay que verle.
IVÁN CERDÁN BERMÚDEZ
2 Comentarios
Estoy de acuerdo en que el guión es muy flojo, en mi reflexión tras verla la calificaba de sosa, falta de chispa.
ResponderEliminarAl igual que tú, destaco la conversación entre la tía y su sobrino en el desenlace del film, es lo más w.Allen que hay en la película. SIn embargo, aunque comparto el tema de la delicia visual y la genial iluminación yo la noté falta de ritmo y con pequeños fallos en el montaje que a mi modo de ver, no cabrían en un "experimento" del tipo del que hablas tú. Un gusto haberte leido. Un saludo
Hola Patricia, sí, cierto lo del ritmo, te doy la razón completamente. Con el montaje hay cosas q no terminaron de llenarme, muchos encadenados y algún extraño corte, pero creo que con la nada que tenían entre manos, me resultó hasta grato asistir a esas imperfecciones. Muchas gracias por tus palabras,
EliminarIván