‘LA DESAPARICIÓN DEL PAISAJE’. Maximiliano Barrientos.



CRÍTICA LITERARIA

'La desaparición del paisaje'
Autor: Maximiliano Barrientos
Editorial: Periférica
Páginas: 272




EXCESO DE METRAJE

Maximiliano Barrientos es un escritor con carácter. No busca florituras, él narra a pecho descubierto sin buscar imágenes edulcoradas. ‘La desaparición del paisaje’ es un texto que desmigaja el regreso tras una huida dolorosa. El protagonista, Vitor, vuelve sin pretender dar más explicaciones. Simplemente quiere estar, ha llegado para quedarse. La vuelta no es sencilla, hay demasiado que quedó en puntos suspensivos. Los recuerdos se agolpan en  esos olores, esas venganzas y ese amor que jamás cicatrizará. 

El estilo directo del escritor boliviano es una suerte para el lector. Al igual que sucedía con ‘Hoteles’ (2011) Barrientos es capaz de condensar con precisión lo que desea contar y lo hace con la exactitud de medir las palabras sin que estas sean gratuitas. Las dos primeras partes de la novela son ágiles y descarnadas, en ciertos momentos parece ser un western, y no escatima descripciones de peleas o el propio personaje parece ese vaquero en busca de un destino en el que poder encontrar su lugar. Su estilo es muy visual y sus diálogos son ágiles y frescos. Lo mismo que con su anterior novela, podrían encontrarse atisbos cinematográficos en el planteamiento de la trama y los elementos que la van conformando.

El pasado y el intentar cambiar las cosas mantienen una relevancia muy destacada en lo que propone Barrientos. La muerte siempre acompaña al personaje, las evocaciones de sus padres fallecidos y  el hecho de no saber bien quién es, son las armas con las que Barrientos da rienda suelta a esta política del reencuentro que como es evidente, trae dolor, porque las heridas sin cicatrizar son eso y mucho más. El tormento, el deseo, la culpa, la bebida, la conducción, las llamadas sin respuesta, el regreso, el adiós, el sexo del pasado en el presente y un yo que busca y arrasa porque ya nada teme en apariencia. 

El miedo es esa especie de aliado que aunque parece ausente está presente y acompaña a cada personaje. La familia y el apego. La hermana de Vitor, su tío alcohólico… todo parece ser ajeno y perdido pero existe una búsqueda de unión, pero el tiempo no se puede recuperar, simplemente amoldarse a él. Daño y reencuentro son dos premisas que prevalecen para poder seguir adelante y así engañar al miedo. La intensidad sentimental que aflora en las páginas que comparte con su amor del pasado y sus viajes en ese Ford Galaxy americano del 82, planificando huidas imposibles, están perfectamente narradas. Escepticismo, terror, gritos ahogados y una vida que ya tiene otros derroteros. El autoengaño sentimental se aventura en ocasiones para asfixiar a los implicados. No hay ya un por qué al que dar respuesta.

La novela no mantiene el pulso de un modo continuo. Su extensión en este texto va en apariencia en contra a lo propuesto por Barrientos en las primeras cien páginas. Su tono baja y se pierde en querer contar demasiadas cosas. Todo el avance de la historia no tiene el detenimiento ni la intensidad que se enunciaba. Se pierde y demora en el transcurrir de unos años que poco aportan. Querer cerrar una vida con casi todas las soluciones no ofrece gran cosa. La elipsis por la que se apuesta no es interesante sino que el aparente desgaste queda simplemente hilvanado y el empaque global queda ligeramente desestructurado. Tampoco ayuda que la editorial Periférica no haya acompañado la edición con un glosario de términos que harían más comprensibles ciertas expresiones que emplean los personajes.

Pese a la segunda parte de la novela, Maximiliano Barrientos es un escritor con un talento especial que sabe lo que quiere contar y cómo hacerlo. Lástima que ‘La desaparición del paisaje’ le haya quedado algo excesiva porque sus cien primeras páginas son extraordinarias.

IVÁN CERDÁN BERMÚDEZ

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