CRÍTICA DE CINE
'La camarera Lynn' (Ingo Haeb. Alemania, 2015. 90 minutos)
La obsesión mezclada con el redescubrimiento de uno mismo son las bases que intentan asentar una historia que no consigue despegar en ningún instante. La vida de Lynn Zapatek está embutida en una rutina que se entremezcla con una apatía personal que la transforma en un ser obsesivo con su trabajo como limpiadora en un hotel. A través de jugar al voyeurismo presencial, la trama se repite sin mucho sentido. No hay en ese juego de esconderse debajo de las camas de los clientes ninguna intención oscura que vaya más allá del intento de salir de su aislamiento monótono. El desequilibrio emocional de la protagonista es lo que justifica cada una de sus acciones, pero eso no deja de ser una especie de capricho para mostrar diferentes comportamientos.
Las casualidades y los encuentros con tendencias sadomasoquistas aportan bien poco. Tampoco ayuda para que todo remonte una dirección impersonal y a la vez pretenciosa que parece un ejercicio de principiante de escuela. El tempo interno de la trama jamás logra ser el adecuado, es más bien pesado. El sonido es un auténtico desastre: el eco de las conversaciones y las voces demasiado alejadas, Los escasos efectos sala -en este caso hubiesen ayudado- y una banda sonora monstruosa no consiguen aportar nada. La fotografía también es poco funcional y no existe matiz alguno que encaje en la historia. Solo la interpretación de Vicky Krieps ofrece un signo de calidad, aunque se antoja demasiado insuficiente para 90 minutos.
El cine alemán es irregular. De vez en cuando aparece alguna historia que pega la campanada, pero por lo general se quedan en una clara representación de proyectos insípidos, al menos la representació -exigua- que llega a la cartelera española.
IVÁN CERDÁN BERMÚDEZ
0 Comentarios