PREMIOS MAX. Opinión


En respuesta al siguiente artículo de Pablo Iglesias Simón (director de escena, dramaturgo, docente e investigador teatral y miembro del Área de Cultura y Comunicación de Podemos) 

El camino del infierno está empedrado de buenas intenciones. No creo que las mujeres cuando se quejan de la falta de nominaciones femeninas en esta edición de los Premios Max estén pidiendo premios para ellas. Supongo que lo único que piden es justicia, igualdad y reconocimiento, una barbaridad en pleno siglo XXI.

Dividir los premios por géneros es como si ante la negativa de Rosa Parks a abandonar los asientos reservados solo para blancos la respuesta hubiera sido poner autobuses solo para negros. Ahora podrían sentarse donde quisieran, pero no se hubiese cambiado nada.

No son los premios ni los aplausos de los hombres lo que necesitan las mujeres. Quizás no era la intención, pero la idea de crear premios para mujeres en todas las categorías suena a condescendencia pura y dura. Y no necesitan de nuestra condescendencia, de hecho es lo último que necesitan.

No encuentro una posible explicación a esta separación. ¿Qué diferencia puede haber a la hora de dirigir o escribir por cuestión de género? No son los 5.000 metros obstáculos, aunque a veces lo parezca y más con estas iniciativas.

No son los premios. No se trata de repartir estatuillas y todos tan contentos. Se trata de averiguar, de encontrar, señalar y eliminar las causas que provocan esta discriminación. No ya en las nominaciones de los Max, que no dejan de ser el último escalón, sino en el conjunto de las artes escénicas, dónde la presencia de la mujer es notable en todos los campos y, sin embargo, se encuentran casi siempre con ese techo de cristal, donde son taponadas. ¿No hay dramaturgas, directoras y escenógrafas que puedan aliviar la carga de trabajo a sus compañeros masculinos que andan desbordados intentando cumplir todos los contratos?

No ocultemos la realidad con gestos de cara al público y empecemos el proceso de autocrítica y a mover viejas estructuras e inercias. Dejemos de ser tan estupendos.

Las mujeres no necesitan que las premiemos, les bastaría con que dejemos de impedir que los ganen con su buen trabajo.

BENJAMÍN JIMÉNEZ

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4 Comentarios

  1. Te agradezco el interés en mi artículo y me alegro de que haya controversias porque lo importante del artículo, más allá de las sugerencias que doy, es que se abra el debate para el reconocimiento de mujeres, de profesiones y de formas de expresión, tradicionalmente relegadas. En tu texto veo fuego, que entiendo como amigo, pero ninguna propuesta. Creo que el gueto precisamente se crea por el atrincheramiento en la queja o en ideas generales que nunca se aplican, y el nuevo feminismo ganador lo que propone, y es al que me sumo, es el terreno de la acción, de ir ganando posiciones con decisión. El de la afirmación, más que el de la negación autocomplaciente. El que se abre hacia afuera, no el que se cierra hacia sí mismo. Además la perspectiva de tus argumentos creo que es perdedora en cuanto asume que las mujeres son una "minoría", cuando la hegemonización de lo femenino pasa por lo contrario, por posiciones y argumentos mayoritarios y paritarios (son el 50% de la gente). En mi artículo, como verás al comienzo, apelo a la colaborativo frente a la competitivo, es decir, me parecen más importantes los finalistas que los ganadores y, por tanto, los premios los entiendo en términos de visibilización de la igualdad entre mujeres y hombres, de profesiones y de expresiones escénicas. Si acaso lo que segrega a las mujeres es que haya premios sólo de mujeres, eso sí que quizás podría considerarse una "liga paralela" como alguien ha dicho, no que en unos premios generales como los Max haya categorías de hombres y de mujeres. Como ya existe de hecho en dos disciplinas. Por ejemplo, en la categoría de interpretación, con actrices y actores destacados igualitariamente, y a todo el mundo le parece estupendo. Aitana Sánchez Gijón no se sintió minusvalorada al recibir su premio a mejor actriz y toda la profesión la reconoció en igualdad total con su compañero ganador de la categoría de interpretación masculina. No por casualidad, en ese ámbito profesional, el de las actrices, es donde las mujeres tienen más relevancia y visibilidad en el terreno escénico (aunque también queda mucho por hacer).
    En cualquier caso mi intención no es dar soluciones cerradas, sino abrir el debate. Un debate donde me toca más escuchar que hablar. La palabra y la acción son de ellas. Me tienen, eso sí, a su disposición para acompañarlas desde la retaguardia en esa justa lucha, donde ellas deben ser las protagonistas.

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  2. Querido Pablo, agradezco tú repuesta, unas notas;
    Iniciar el debste con la dicotomía yo ganador/tú perdedor, además de sonar a discurso oficial y a frase vacía (ya me dirás en que te basas para semejante afirmación), da la impresión de que no te interesa el debate, pues pones a tu interlocutor en inferioridad desde el principio. La condescendencia no es buena. Primero de retórica.
    Acudir a Aitana. Vaya recurso de autoritas. Mala cosa. Yo podría decirle que mi artículo proviene de quejas de otras mujeres que se dedican al teatro al leer su artículo en el Godot. Pero esto no lleva a ningún lado. Además yo no conozco a ninguna ganadora del Max.

    Me acusa usted de no dar soluciones. Le podría recordar aquel aforismo de Lichtenberg en el que decía que un soldado tiene derecho a criticar a su General sin tener que saber manejar ejércitos. En todo caso ahí tiene la carta de compromiso firmada por CDN, Almagro y Conde-Duque en el que se comprometen a una proporción paritaria en las actividades. En Francia llevan años ya.
    Los Max es el último escalón a dónde muchas mujeres no llegan ya. Porque la desigualdad no está en los premios, qué si, sino en las Artes Escénicas en general. Ya se que está "solución" no es tan vistosa pero intenta sentar unas bases. Imagínense crear unos Premio Nobel en categoría femenina. Pues eso.
    Muchas gracias por su respuesta.
    Reciba un abrazo cordialm
    Benjamín Jiménez.

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  4. Señor Iglesias, no me creo que eche en cara al autor de un texto de un blog que no haga propuestas mientras la suya, representante de Podemos Cultura, en lo referido al texto en cuestión se centre en crear unos galardones en categoría femenina en los Premios Max.
    Probablemente usted conozca a mucha gente en los Premios Max. Habla de Aitana y pone su ejemplo, que no se sintió minusvalorada. Conozco a unas cuantas mujeres del teatro, de esas a las que usted quiere acompañar en esta justa lucha(su último párrafo), cabreadas con su propuesta. Pero claro, no van a los Max, ni reciben premios ni hacen obras con Mario Vargas Llosa.
    No dudo de sus buenas intenciones, en absoluto, pero lo dicho, ¿por qué no nos dejamos de gestos de cara a la galería y buscamos un poco más adentro?

    Un saludo cordial,
    R. González

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