DARIO FO. ¡Peligro!


- Mira, Dario Fo ha muerto
- ¿En serio?
- No sé cómo se lo habrá tomado
- Joder y le han dado el Nobel a Bob Dylan
- También, mira uno actor y el otro músico.
 Ninguno escribió una novela en su puta vida.
  -¿A quién se lo darán el año que Dylan muera?
                       (Oído en el metro, octubre de 2016)

A mediados de los años ochenta, en Berlín occidental, se representaba por quincuagésima vez una de las grandes comedias de denuncia social de Dario Fo, titulada '¡Aquí no paga nadie!'. Esa noche treinta jóvenes, siguiendo al dedillo el título de la obra, intentaron entrar gratis en el teatro. Los acomodadores llamaron enseguida al director, que les intentó explicar que era un título paradójico y los chicos, indignados, le reclamaron que debería haberlo dicho claramente en el cartel: ¡Aquí no paga nadie! es una obra, es paradójico, ¡ya lo creo que se paga! ¿Hemos recorrido 100 km para llegar hasta aquí y ahora pretenden timarnos? ¡Ahora nos van a reembolsar el importe del viaje y el precio de dos comidas por cabeza, porque llevamos en danza todo el día, y somos treinta, así que ustedes verán!

Esta anécdota, que le relata el actor Claudio Meldolesi al propio Dario Fo, representa más que bien el espíritu provocador de uno de los grandes teatreros del siglo XX, recientemente fallecido. 

Hombre de teatro y polifacético cual Da Vinci, destacó como actor y dramaturgo feroz, es difícil encontrar otro premio Nobel que haya sido procesado cuarenta veces por delitos de opinión. Sus juegos con el lenguaje en sus comedias y monólogos le valieron el máximo galardón de la Academia sueca en 1997, no sabemos si para acallar su crítica o para reconocerle con sinceridad sus bofetadas en la cara al Poder y sus abusos.  

Tampoco debe de haber muchos premios Nobel que consideren que la comedia es la forma de expresión más elevada de las artes. Y en ella este italiano fue un maestro, tanto de la palabra en escena como de la actuación. 

Su labor filológica en torno a la Comedia del Arte y el teatro medieval de juglares, bufones y trovadores que vertió en su 'Misterio Bufo' (1969) le ayudó después a dar forma teatral a personajes contemporáneos que pudieran transmitir fácilmente su crítica o denuncia al poder de turno, a través del juglar o del clown moderno que representó toda su vida.

Dario Fo y su inseparable compañera artística y sentimental, la actriz y escritora Franca Rame, sin la cual muchos de sus logros hubieran sido impensables, buscaron crear un teatro auténticamente popular y crítico, que funcionase para dar voz a los que habitualmente no la tienen, pero sin olvidar jamás el humor, la sátira, la improvisación y el doble sentido de las palabras, de las situaciones y de las máscaras. Puro teatro.

Ahí llegaron dos de sus éxitos más relevantes, 'Muerte accidental de un anarquista' (1970), auténtica obra maestra de la comedia satírica, donde el juego de los roles sirve para denunciar un caso “nunca aclarado” de abuso policial. Y '¡Aquí no paga nadie!' (1974), comedia protagonizada por dos amas de casa humildes con problemas económicos que deciden rebelarse contra el sistema robando un banco.
Ambos formaron la compañía “Dario Fo - Franca Rame”, y durante los últimos cuarenta años crearon más de treinta espectáculos y actuaron regularmente en escenarios de todo el mundo. Una vida larga y feliz para compensar toda la bazofia que tuvieron que aguantar en ciertos momentos de aquellos siniestros años 70 en Italia. Por hacer teatro. Y frente a ellos, todo: la Iglesia, el Estado, los grupos fascistas y el público, que siempre los quiso y respetó. 

Finalmente, los treinta jóvenes no pudieron ver la función. Los propios actores de la compañía dijeron que si no sacaban a los provocadores se negarían a actuar esa noche. Parte del público silbó a los actores, otra parte silbó a los chicos. Llegó la policía. Y, finalmente, se llegó al acuerdo de suspender el espectáculo. 

Lo que es paradójico realmente es que esa cooperativa de actores alemanes no se impregnara del espíritu de los personajes que esa noche tenían que representar,  que el texto no les afectase, eso es lo raro, en un actor. 

Imagino que los chicos se volvieron a sus casas, bebiendo cervezas y cagándose en el teatro moderno, gritando, como seguro gritaron todos los actores que Dario Fo dejó a su paso: ¡Larga vida a la comedia!

FRANCISCO VALERO

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