'LA PIROGUE'. El alma de un cayuco



CRÍTICA DE CINE

'La Pirogue' (Moussa Touré. Senegal, 2012. 87 minutos)

Aunque ya tenga unos años (data de 2012), lo retratado por ‘La Pirogue’ mantiene cierta vigencia respecto a la actualidad. Tras la denominada ‘crisis de los cayucos’ de 2006 siguió un descenso vertiginoso en el número de llegadas a las Islas Canarias de este tipo de frágiles embarcaciones de madera que salían de Senegal. En los últimos meses de 2018 se ha registrado un repunte que enlaza con la inercia de lo vivido más de una década atrás en el archipiélago. ‘The Pirogue’ funciona así como testimonio de una realidad que no cesa, aunque su valor se redobla por el simple hecho del punto de vista que aporta. Viene firmada, ideada y ejecutada desde Senegal, esa visión que se nos hurta o que aparece aplastada por la occidental tantas veces. En este caso nadie se apropia de una realidad y puede configurarla al gusto del espectador medio. El trabajo de Moussa Touré en ese aspecto es irreprochable. ‘La Pirogue’ no victimiza ni abre la puerta a la heroicidad o al valor de sus protagonistas. Prefiere adentrarse en su psique, en sus motivaciones, objetivos, ilusiones y angustias. Hay quien pueda valorar que se quede corta, puesto que no asoman culpabilidades ni reproches hacia un sistema que empuja a las personas a jugarse la vida en tales condiciones. No es la intención de Touré, quien se ocupa de retratar los miedos, temores, generosidad y egoísmo de esa particular tripulación que pone rumbo a las Islas Canarias desde una villa pesquera de Senegal. 

Que nadie, por otra parte, espere encontrar ingenuidad o una falsa bondad en ‘La Pirogue’, maniqueísmos los justos. Apenas hay briznas de esperanza en lo que se sabe de antemano, aunque no se exteriorice, que será un viaje casi imposible, y aún así se intente. La película, tras un correcto preámbulo en tierra, rápidamente se echa a la mar  y convierte el viaje en una sucesión de pesares entre los que se intercalan aproximaciones a las motivaciones de sus personajes, lo que les diferencia y les une. Touré narra con ritmo e incluso regala unas espectaculares escenas en medio de una tormenta propias del mejor cine de alta mar. El cayuco es supervivencia y al mismo tiempo la peripecia tiene algo que retrotrae a un espíritu bélico, curioso antagonismo, y que queda perfectamente definido en la escena de cruce de embarcaciones. Cine introspectivo de aventuras al margen, ‘La Pirogue’ tiene un componente de testimonio documental interesante, al mostrar cómo se realiza un reclutamiento para este tipo de viajes y quiénes suelen ser los capitanes, expertos pescadores muchos pese a lo precoz de su edad. Este retrato se aleja de ese otro tan pérfido de mafias siniestras con el que los medios -a veces la realidad- alientan lo que sucede en esa y otras fronteras.

‘La Pirogue’ rompe así ideas preconcebidas y, fundamentalmente, permite conocer desde el otro lado y con otra voz y diferente mirada, algo a lo que en Occidente nos hemos acostumbrado a digerir desde una perspectiva propia. Al final queda lo que es, desde el prisma que sea, un cúmulo de historias trágicas con algún final feliz y que realmente les pertenecen más ellos que al ‘nosotros’ del mundo occidental, y el cine no debe ser ajeno a ello tampoco.

RAFAEL GONZÁLEZ

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