'LUCES DE BOHEMIA'. Iluminación que no deslumbra



CRÍTICA DE TEATRO

'Luces de Bohemia'
Autor: Ramón del Valle-Inclán
Dirección: Alfredo Sanzol
Centro Dramático Nacional (Madrid)

Probablemente 'Luces de Bohemia' sea, junto con 'El público' de Lorca, una de las obras españolas consideradas un ocho mil a la hora de ser representada. Su diversidad de localizaciones, sus numerosos personajes, su estructura que hace difícil recortar escenas y su implicación con su contexto socio-político y cultural hacen que su puesta en escena sea un reto mayúsculo al que muy pocos se atreven a hincarla el diente.

Siguiendo con las referencias a montañas, Sanzol se ha enfrentado al Tourmalet y ha logrado subirlo con el grupo medio, sin alardes pero sin pájaras, conservando sus posibilidades de hacer un puesto entre los diez primeros, a buen ritmo pero sin épica.

La puesta en escena es más que correcta, se ha apostado por una adaptación fiel al libreto de Valle-Inclán, respetando ese Madrid oscuro y turbio de 1920, apenas se permiten unas referencias a otros momentos más actuales que tampoco aportan mucho aunque no desentonan. Se ha incluido un piano en directo que le da un aire a veces a zarzuela que no desentona con la idea de esperpento.

El trabajo actoral es notable y hay que reconocer el ingente reto al que se enfrentan, tanto el tour de force de los dos protagonistas como el caso de los actores y actrices de reparto que realizan varios personajes. Si bien hay alguno que este un poco más bajo hay que destacar los personajes de la Pisa Bien, el Redactor Jefe o la Lunares. 

Juan Codina y Chema Adeva se complementan bien y forman una pareja solvente como Max y Don Latino en esa odisea por las tabernas, calabozos y calles de Madrid. Sus diálogos son ágiles y mantienen la tensión, aunque en algunos momentos breves se dejan llevar por ese ambiente de zarzuela que se acerca al sainete.

La iluminación apuesta por un tono azul que remite a ese Madrid antiguo. También se juega con una especie de tenebrismo para representar esas tabernas y esa iluminación eléctrica incipiente en España. Quizás se echa en falta haber jugado más con las luces, ya que en algunos momentos se queda un poco plana y se intuye que podrían haber ayudado a resaltar momentos clave de la obra como en el caso del hijo muerto.

'Luces de Bohemia', al presentar esa odisea de Max por toda la ciudad, tiene una dificultad escenográfica importante con numerosos cambios de escenarios y ambientes. Aquí es resuelto con eficacia y sencillez, los cambios son rápidos y sencillos consiguiendo recrear bien los distintos ambientes. Destaca la presencia habitual del uso de espejos deformantes de gran tamaño a modo de un callejón del gato que extiende el esperpento a todo el teatro.

Sanzol presenta un montaje correcto, de ritmo ágil que hace que las casi dos horas y cuarto no se hagan pesadas (si obviamos algunos momentos al final). En definitiva, nos encontramos ante un buen 'Luces de Bohemia' pero que no quedará en la memoria, aseado e inteligente pero que quizás por estas cualidades desaprovecha los momentos más intensos de la obra, diluidos como una parada más en el viaje de Max. 

BENJAMÍN JIMÉNEZ DE LA HOZ

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