'ROSARIO DE ACUÑA: RÁFAGAS DE HURACÁN'. Mecidos en la tempestad



CRÍTICA DE TEATRO

'Rosario de Acuña: Ráfagas de huracán'
Texto: Asun Bernárdez
Dirección: Jana Pacheco
Producción: Centro Dramático Nacional
Teatro Valle-Inclán (Madrid)

Rosario de Acuña es una de las numerosas intelectuales y artistas que por su condición de mujer han sido relegadas a un rincón de la historia. Acuña fue dramaturga, poeta, periodista y ensayista, además de una mujer comprometida con la libertad que le costó el exilio.

La reivindicación de la figura de Acuña se enmarca dentro del ciclo “En letra grande” dedicado a reivindicar figuras femeninas que contribuyeron a la cultura y que fueron olvidadas. Excelente iniciativa que esperamos que tengan continuidad en una sala más grande y en formato de montaje y no de medio montaje como es el caso de esta obra. Y si no es mucho pedir, que estos montajes sobre mujeres y hecho por mujeres abandonen la categoría de ciclo para incorporarse a la programación ordinaria, ya que no son un minoría que se puedan conformar con un ciclo como si fueran una representación de teatro armenio.

'Ráfagas de huracán' aprovecha este espacio minimalista, o mínimo que supone el ciclo potenciándolo con una escenografía que llena toda la pared de globos. Suponen una metáfora de un sistema de células que recuerdan a un cosmos, la ciencia frente a la religión, y una dirección escénica y una coreografía limpias y delicadas que hacen que los dos planos temporales en los que se mueve la obra (el de Rosario de Acuña y el de una entrevista en la actualidad a una experta sobre la autora) se combinen perfectamente de forma dinámica y armoniosa.

El texto tiene la ventaja de dar a conocer quien es Rosario de Acuña a cualquiera que se acerque a él de una forma clara. A cambio, peca a veces de demasiado explicativo y enunciativo, sobre todo cuando intenta mostrar el momento actual de ataques a la libertad de expresión que se correspondería con la censura que sufrieron las obras teatrales de Rosario  de Acuña.

Esto que podría ser un hándicap apenas repercute en el montaje. Por un lado, nos encontramos ante un muy buen trabajo actoral, con una sutileza que se agradece en estos tiempos. Por otro, Jana Pacheco ha logrado moverse en lo poético y en la creación minuciosa de imágenes, que junto con una iluminación y espacio sonoro que siempre van en consonancia con lo que ocurre en escena realzando lo que se quiere contar, logran que el espectador no solo se quede en un conocimiento más o menos didáctico sobre Acuña y su contexto social e histórico, sino que profundice en su dolor, frustraciones, dificultades y sobre todo en sus alegrías y esperanzas, que el texto se haga imagen y Rosario carne y se multiplique en el resto de mujeres que han sufrido ese silencio.

BENJAMÍN JIMÉNEZ DE LA HOZ

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