En memoria de Fernando Olaya, antropólogo, historiador, teatrólogo, dramaturgo y editor de Esperpento Ediciones Teatrales
Madrid, 2 de diciembre de 2018
Querido Fer:
Te conocí y cambió mi vida. Hasta ese momento -aunque hubiese publicado- nunca había sabido lo que era conocer a un editor que confiase en mí. Nuestra primera conversación cara a cara -gracias a nuestro amigo en común Clemente- fue en aquel bar en la calle del Ferrocarril -al que después fuimos tantas veces-. Hablamos y teníamos tantas cosas en común que de allí solo podía salir algo bueno. Sí, hablábamos de teatro, de caraduras, de cervezas, de enamoramientos, de tristezas, de escritura… y nos hicimos amigos.
El sábado pasado charlamos durante una hora por teléfono, nuestra última conversación. Tu festival de teatro, tu proyecto de Pasolini nuestro proyecto shakesperiano, las puestas en escena, la presentación de tu nueva publicación, la futura puesta en largo de tus obras -¡qué rabia lo de 'Ofelia'!-, la creación del colectivo, el proyecto para Mayorga, la traducción de Bergman…
¡Y ahora qué! No podemos quedar a comer, no te puedo presentar a mi hija, no podemos ir al teatro, no podemos crear juntos. Veo nuestras colaboraciones y nunca podré olvidar la ilusión que ponías en cada una de ellas. Esos mensajes -pocos, preferías hablar- “Mandado a imprenta” o “Ya tengo el libro. Ha quedado muy bonito”. Ahora ya no podremos hablar, no me dirás que los prólogos no llegan, que si la presentación está bien estructurada o lo que había que intentar hacer para solucionar la problemática del off y la ausencia del dinero.
Tu último artículo fue brillante, diseccionabas con precisión lo que era la situación teatral. Siempre confiabas en lo que hacías, te arriesgaste y ganaste. Te has ido en el momento en el que por todo lo que luchabas comenzaba a cobrar forma. Te has ido en lo que iba a ser ese momento que tanto habías planificado. ¿Cuánto tiempo podíamos hablar? Siempre venías a todo. Tú con tu cigarrillo, yo con mi puro, con nuestros abrigos y soñando con lo que sería lo siguiente. Tu forma de hacer sentir a uno especial era muy delicada. Eras honesto. Hiciste tanto por mí que te has ido sin que pueda haberte dado apenas nada. Gracias, gracias.
¡Y ahora qué! ¿Cómo se va a poder hacer algo sin ti? Tu valentía, tu tono de voz, tu respeto. Amigo mío te has ido y tu butaca ha quedado para siempre vacía. Gracias, querido Fer. No estás querido amigo y aunque no me lo perdonarías, debo decirte que, la entrada que tenía para ti, no la usaré ya.
Un abrazo muy fuerte
IVÁN CERDÁN BERMÚDEZ
2 Comentarios
Ánimo Ivan,hay que seguir adelante y adelante con los proyectos
ResponderEliminarNada tan trágico como saber que nunca más vas a estar con alguien tan querido.
ResponderEliminarEs duro tener que despedirse de él sin siquiera haberte podido despedir.
Qué ironía!!!!
Mejor así, recordarlo como siempre fue.
La memoria es lo que nos queda para tenerlo con uno mismo.
Recuérdale con su cigarro, fumando ambos y hablando de lo que tanto os gustaba.
Mi más sentido dolor para tí y por ti.
Un abrazo, compañero, profesor, amigo.
Un beso 👄 querido.