CRÍTICA DE CINE
'Érase una vez en... Hollywood' (Quentin Tarantino. Estados Unidos, 2019. 165 minutos)
Tarantino siempre forma revuelo al estrenar una nuevo film y más cuando dijo que solo pretendía hacer diez películas y si cumple su palabra solo le quedará una décima y última obra en su filmografía. Son grandes las expectativas al estrenar una nueva cinta por la trayectoria del extrovertido cineasta y obviamente por la cantidad de estrellas que reúne en su elenco actoral que siempre esta plagado de actores de renombre. Con esta película, Tarantino nos sumerge en el Hollywood del año 69, con el movimiento hippie en pleno auge y un mercado cinematográfico y televisivo basado en Western y series de policiacas de la época.
La cinta entremezcla historias de varios personajes, como ya es común en el cine de Tarantino, pero lo curioso de esto, que a diferencia de sus otras películas corales, en esta ocasión las tramas parecen no llegar a ningún sitio. Estas pegado a la butaca esperando que algo pase o que algún personaje lleve a cabo alguna acción que cambie el rumbo de la historia pero esto nunca ocurre. Por momentos parece mas un documental del Hollywood de la época que una película. Aparecen muchas personas ilustres de la época como Bruce Lee o el propio Roman Polanski con su esposa Sharon Tate, que dotan al film de verosimilitud de lo que sucedía en el Hollywood de final de los 60. Estos personajes tienen sus pequeñas tramas, pero que no llegan a ningún lado. Por momentos parecen gags y escenas de algún acontecimiento que ocurrió en aquel momento, que no aportan nada a los personajes ni a la historia. La obra genera insatisfacción al ver un guion que se basa más en ser fiel a los acontecimientos del momento, que al querer contar una historia que se desarrolle en esta mega industria cinematográfica como era el Hollywood del 69.
La historia de cada personaje parece aislada del contexto general, cambiando de una a otra esperando que al final se entremezclen y den sentido a la trama, pero este hecho nunca llega a producirse generando un guion que carece de frescura y plagado de viejos trucos del cineasta que ya no sorprenden como antes. Todo converge hasta una escena final plagada de violencia. Es en este momento donde Tarantino se recrea y da al espectador lo que ha venido a ver, porque no hay película de este característico director donde no haya sangre y violencia por doquier. Tarantino siempre ha sido brillante al saber usar estas escenas de violencia, donde la trama de sus películas nos llevaba a este momento y todo encajaba a la perfección. En esta ocasión se muestra una violencia gratuita, sabe lo que el espectador ha venido a ver y le da su dosis de sangre y muerte que tanto estaba esperando, pero de una manera vulgar.
El cineasta se desenvuelve perfectamente en esta ambientación de los 60: rodajes en una gran productora de Hollywood, la vida de los actores del momento y sus fiestas, y series policiacas que se emiten de noche en televisión. Esta ambientación unida a una brillante banda sonora, como suele ser habitual en sus películas, es lo mejor que tiene film, donde se recrea una estética que unida a las localizaciones nos transporta a la gran ciudad de Hollywood de 1969 que converge a la par con el movimiento juvenil hippie y figuras como Charles Manson.
Cuando el conocido director anunció que solo iba a realizar diez películas se produjo cierta confusión dada su corta edad porque bien podría seguir rodando películas hasta los 70 o 80 años como Scorsese o Speilberg que llevarán más de 30 películas cada uno. Pero después de ver su última película igual no es tan mala idea que no pase de diez, dado que un director de su renombre no puede permitirse hacer una cinta como esta, donde es sin duda su peor obra. Con su experiencia es difícil imaginar a Tarantino escribiendo un guion tan vacio. Le queda una última bala, esperemos que tenga una despedida al menos digna de la gran pantalla, pero le será complicado recobrar esa chispa de sus antiguas películas.
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