'EL HOTEL A ORILLAS DEL RÍO'. Los tres actos bien marcados pero poco expeditivos


CRÍTICA DE CINE

'El hotel a orillas del río' (Hong Sang-soo. Corea del Sur, 2018. 96 minutos)

La actividad frenética del director coreano es bien recibida. En 2017 rodó tres películas y en 2018, dos. No importa que, en ocasiones, como es la película que nos ocupa, ofrezca un resultado poco alentador. Curiosamente ha sido muy premiada y sin embargo dista mucho de ser uno de sus títulos más interesantes. Los elementos poéticos están aliados con un paisaje enternecedor en el que la emoción, la dulzura y la melancolía se encuentran. Las dos historias paralelas no terminan de arrancar. La forma de encontrarse en diferentes instantes es opaca y demasiado impostada. Son más bien trucos de un guion que une dos realidades y nada mejor que un hotel para que se toleren la causalidad y la casualidad. Por un lado, uno de los residentes es ese poeta que ya no encuentra el sentido de nada. Simplemente está y se reúne con sus hijos para enfrentarse a conversaciones que ya ni siquiera le importan. No le interesa mucho lo que hizo o dejó de hacer ni cómo es la vida de esos hijos de los que una vez se despidió. Le seduce más alabar a sus compañeras de hotel, su belleza, su sonrisa y su proximidad. Es ahí donde se descubre a la bella Sanghee, que atraviesa una etapa oscura por el dolor de una separación. Las historias avanzan para encontrarse de maneras demasiado ficcionales. 

La película es más una intención que una realidad sin ensamblar. La propia iluminación de la cinta está muy en consonancia con esta falta de definición plasmada en el guion. Se emplea un blanco y negro impersonal. Demasiado claro, no terminando de tomar ninguna dirección concreta y por ello no aporta a la historia. La dirección de Sangsoo vuelve a ser resolutiva y se mantiene firme en su decisión de no cuestionar el empleo del zoom. Eso, a día de hoy es una osadía que se agradece. Confía en sus actores y rueda planos secuencia muy largos en el que todo lo relevante se encuentra en la emoción de la situación. La muerte flota en la intencionalidad marcada pero las acciones no llevan a que exista impacto alguno. El tiempo en esta ocasión no lo maneja con la habilidad que suele mostrar. El problema real reside en el guion, aunque el mismo haya sido premiado. 

‘El hotel a orillas del río’ son más unas notas de trabajo que una película acabada pero es gratificante ver en acción a Hong Sangsoo y a unos actores que solventan acciones nada sencillas. Que en sus películas brille Kim Minhee ayuda a que todo se ensamble mejor. 

IVÁN CERDÁN BERMÚDEZ

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