'EL CLUB' A las puertas del paraíso




CRÍTICA DE TEATRO


'El club'
Autoría y dirección: José Recuenco
Del 15 al 30 de noviembre. Teatro del Barrio (Madrid)


Ser un triunfador, pertenecer al club de los elegidos y abandonar la vida de los mediocres. La riqueza y el dinero como oportunidad, solo hay que saber aprovechar la opción, hacer contactos, ser más listos que los demás, arriesgarse y salir de la zona de confort. Tal es el mantra del nuevo (viejo) capitalismo de seducción en el que estamos inmersos.

Y en el umbral de esta promesa se encuentran los dos protagonistas de esta obra. Dos desconocidos que coinciden mientras esperan a ser llamados para la entrevista final que les dé acceso a un club exclusivo y prácticamente secreto que les dará entrada a múltiples negocios y contactos con los que ganar más dinero del que nunca habían imaginado y, sobre todo, ser gente respetable y triunfadora ante los suyos.


El montaje cuenta con la química que se establece en escena entre los dos actores, magníficamente interpretados por un aparentemente exitoso joven ejecutivo Ricardo Reguera y un canallita José Ramón Iglesias, que intercambian desconfianza mutua, pequeñas confesiones, miedos y complicidades mientras esperan a ser llamados al paraíso en una solitaria y peculiar sala de espera, atentos a los mensajes del móvil.

Ambos dotan de agilidad y ritmo a un texto con ecos de ‘Esperando a Godot’ de Beckett y a ‘El Montacargas’ de Harold Pinter, pero con un filtro más cotidiano y costumbrista, con unos personajes al borde del abismo que se aferran a una última posibilidad. Un texto con el que por medio de buenos diálogos va desgranando las angustias de los dos candidatos mientras va lanzando ácidas críticas al capitalismo actual y a una sociedad en la que el trabajador se vende como producto y en donde lo importante son los contactos y aprovechar las oportunidades que te pueden hacer subir rápido.

Dos personajes que en ese espacio aislado solo tienen la mutua compañía que no esperaban mientras les llega la información a cuentagotas a través del móvil. La eterna espera del minuto antes de que la vida cambie en ese espacio prácticamente vacío. Esa pobreza escénica acentúa la soledad de los personajes y su desesperación e incertidumbre. Cierto es que se podría haber trabajado más en este aspecto así como en iluminación y sonido obteniendo una mayor riqueza escénica y dramática, pero conociendo las posibilidades de trabajar estos aspectos en estas salas la apuesta es más que correcta y entendible.

‘El club’ es una comedia de su tiempo cuyo comienzo aparentemente ligero va abriéndose camino hacia una tragicomedia del malestar actual. Un montaje concebido para espacios pequeños pero con gran potencial de crecer, una sorpresa y alegría en el circuito de salas pequeñas y multiprogramación.


BENJAMÍN JIMÉNEZ DE LA HOZ

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