'MONA'. Divertimento entre guais, libros y poca escritura


CRÍTICA LITERARIA


'Mona'
Autora: Pola Oloixarac
Editorial: Random House
Año: 2019
Páginas: 160


La nueva novela de Pola Oloixarac parece más un borrador que un producto terminado. Su comienzo es interesante en lo que plantea y en los interrogantes que deja en el aire. Mona, escritora de prestigio tras un debut deslumbrante emprende un viaje a un prestigioso festival literario, en Suecia, nada menos, con la zanahoria de una una cantidad de dinero nada despreciable como premio. Hay cierto aire de grandeza desmedida en su propia concepción de escritora y se narra la relación entre los escogidos, las charlas, las envidias y el pasado que acompaña. Se esboza ese mundillo festivalero -con mucho dinero, eso sí- que también puede ser extensible a otras disciplinas como el cine. Todo es artificial, y es la pose y el ansia de tener algo de reconocimiento lo que mantiene cierta tensión a lo largo del festival. La autora argentina deja claro que el resto es beber, decir que se va a escribir y si se puede, conocer íntimamente a alguien. La novela está compuesta por diferentes escenas que pueden poseer cierto interés, aunque hay mucha desigualdad y el foco de atención en muchos instantes es demasiado difuso. El rechazo de un editor, la losa de un éxito pasado o unos moretones que duran ya demasiado van alternándose, pero no terminan por aportar la solidez necesaria para un texto. Por momentos, la literatura de Oloixarac parece íntimamente ligada con la de Sergio Blanco, aunque solo es apariencia y no en dolor o profundidad. Una escena que refleja perfectamente lo que es la personalidad de Mona es la que sucede en la sauna con su intérprete a la que no recuerda. Hay condescendencia y ninguneo a partes iguales. Todos los personajes se parecen y si no lo hacen simulan ser actores representando un papel. La fragilidad festivalera, la incógnita del premio y las miradas en busca de algo más. Todo se transforma en un conjunto de figurantes en busca de reconocimiento que alimente ese ego despiadado.

A medida que avanza todo se va desvaneciendo y en ocasiones hay aspectos divertidos pero la gran mayoría solo es el reflejo de una industria impostada. Con ello y con los poemas escritos y elogiados por la misma persona que le golpeaba con su nueva novela se llega al despropósito total que es el final. ‘Mona’ entretiene, pero denota que ha faltado la mano de un editor que haya puesto algo de cordura en un texto que parece más un relato alargado que una novela.

IVÁN CERDÁN BERMÚDEZ

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