La novela 'Patria', de Fernando Aramburu, es un libro necesario, una historia que llega años después para continuar ese trabajo de cicatrización que sólo puede hacerse abordando los acontecimientos con la palabra, enfrentándose al dolor del suceso desde distintos puntos de vista, describiendo las atmósferas en ambos bandos, con voluntad de diálogo, de perdonarse unos a otros.
Este libro se lo recomendaría a cualquier investigador o persona que quiera informarse sobre el asunto histórico que acontece: el tema vasco, con ese tópico tan certero de que la ficción a veces puede ser fuente de los mejores testimonios documentales. Es una metáfora verosímil, una lectura fluida por el interés que suscita en el lector a lo largo de sus meandros, ávido de recorrer esas amargas sendas rurales de miradas silenciosas, calles vacías y gestos disuasorios, en un didáctico viaje al conflicto histórico vasco, a las profundidades de las tensas relaciones entre familias en pueblos y pedanías; esos lugares recónditos que Unamuno denominaba intrahistoria de un país –País Vasco o Euskadi, que cada cuál elija el nombre que prefiera–, un territorio que, azotado por la violencia de ETA, pide con el paso del tiempo la reparación mediante la comunicación entre las partes enfrentadas.
La novela tiene esa función: agitar y remover conciencias. El truculento pasado demanda una transición verbalizada, confrontada, debatida, expresada, que sea sanadora antes que la opción de perpetuar el silencio como analgésico o el olvido como paliativo. Todas esas sensaciones y pensamientos están implícitos en el texto.
La historia emociona, como ocurre cuando ves una buena película que es entretenida. Esperemos que la serie –película larga– sea condescendiente y esté a la altura del relato original, un ritmo intrínsecamente cinematográfico con intriga y drama a partes iguales. Parte del acierto rítmico del discurso del texto escrito es su moderna y fragmentada estructura, interrumpiéndose la cronología de los acontecimientos mediante el uso de la analepsis – flashback – que invita al lector a comparar a los personajes en el antes y en el después, dilatando así la resolución de las preguntas y conflictos que se van planteando en el trayecto.
Ardo en deseos de ver cómo representan cinematográficamente momentos tan memorables de el libro que no quiero destripar aquí; en definitiva, para mí lo deseable es que el espectador de la película pueda interpretar los gestos con el mismo deleite con el que el lector se imagina a los personajes de la novela.
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