'MZUNGU' REVERTE


En cada entrevista, Javier Reverte decía que viajar le cambió la percepción de la vida. Lo meritorio fue cómo consiguió a través de su obra modificar la percepción de tantos lectores sobre el significado del viaje. El escritor madrileño, fallecido el 31 de octubre de 2020, reanimó el panorama de la literatura de este género en España, le sacudió el polvo tras muchos años denostada, y la colocó en los estantes de los libros más leídos. 

Reverte abandonó el periodismo (una profesión para menores de 40 años, recalcaba) para volcar sus esfuerzos en la escritura. Apostó todo por la publicación de ‘El sueño de África’ en 1996, una obra ninguneada hasta que un editor visionario (Mario Muchnik) la rescató y que todavía a día de hoy se sigue reeditando. Fue el inicio de una trilogía que tocó cima con su continuación, ‘Vagabundo en África’ (1999), y sobre la que cimentó una trayectoria que en el género superó la veintena de libros y el centenar de reportajes en medios especializados. Queda un último viaje por salir a la luz, el que realizó por Turquía e Irán poco antes de fallecer, la última de las tres obras que dejó escritas y saldrán publicadas. Justo esta semana se anunció que ya está a la venta su novela póstuma, ‘Hombre al agua’. 

El autor acumuló kilómetros y lectores con un estilo plenamente identificable. Buscaba el equilibrio entre historia de los países que pisaba con los encuentros casuales con los lugareños. Tiraba de erudición cuando era necesario y era capaz de encontrar la anécdota precisa entre las muchas que suceden, la mayoría intrascendentes, durante un viaje. Disfrutó, se sorprendió, aprendió y también sufrió. Fue capturado por una guerrilla en el Congo, en el pasaje más estremecedor de su bibliografía, relatado en ‘Vagabundo en África’. Su travesía en barcaza atravesando un país en guerra tenía mucho del que hizo Joseph Conrad en ‘El corazón de las tinieblas’. Otra vez y siempre África, donde decía que había pueblos que le recordaban al Madrid de su infancia. Allí regresó para cerrar la trilogía con ‘Los caminos perdidos de África’ y para narrar un trayecto excepcionalmente en compañía (solía viajar como se debe hacer, solo) en ‘Colinas que arden, lagos de fuego’. Mzungu (hombre blanco en suajili) Reverte descubrió a muchos lectores los perfiles menos conocidos de un continente todavía hoy machacado por los estereotipos y las generalizaciones. 

La Grecia antigua ocupó las páginas de ‘El corazón de Ulises’ donde dejó constancia de su conocimiento ilimitado de los clásicos, referentes perpetuos en su prosa. En ‘El río de la desolación. Un viaje por el Amazonas’ (2004) contrajo la malaria, de la que pudo recuperarse tras una larga convalecencia. Siguió en Canadá la huella de los osos grizzlies y de los viejos buscadores de oro, aquellos que siguen buscando pese a saber que el filón hace años que se agotó; visitó los extremos del planeta persiguiendo el recuerdo de los antiguos exploradores de ambos polos y recordó la infancia de Albert Camus en la evocadora Argel. En ‘Canta Irlanda’ vació innumerables botellines de cerveza y pergeñó el viaje literario que mejor resaca dejó de los últimos años, entonando en gaélico en honor a autores como James Joyce, Samuel Beckett o William Butler Yeats. China le dejó con la peor de las salsas agridulces, no conectó con el modo de entender la vida de sus ciudadanos. Un par de viajes a Italia, país que nunca dejó de fascinarle, y una estancia de tres meses en Nueva York completan ese particular atlas geográfico literario que queda como legado. 

La fama alcanzada con los libros de viaje no alcanzó a sus novelas y poesía, faceta que se empeñaba en recordar en las entrevistas que concedía. La trilogía que escribió sobre la Guerra Civil quizá en un futuro sea reivindicada como su talla literaria merece. 

Javier Reverte se ha marchado y ya no habrá esa duda que revoloteaba en el lector cuando acababa uno de sus libros. ¿Cuál será el siguiente destino? Cuando le preguntaban cuál había sido su mejor viaje, siempre respondía que “el siguiente". Ya ha llegado, y esta vez sin billete de vuelta. Qué raro este 2021 casi sin viajes y sin Javier Reverte. Respeto al mejor de los viajeros literarios que ha dado este país en las últimas décadas.

RAFAEL GONZÁLEZ

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