MI VIEJO AMIGO, DONALD

 



¿Cuándo conocí a Donald Sutherland? Sin duda ninguna viendo ‘Doce del patíbulo’ (1967) con mi padre un sábado al mediodía tras la comida. La película del “fanegas” Aldrich me encantaba y el papel de Sutherland siempre nos despertaba una sonrisa. Pero puede que fuese ‘Mash’ (1970) de mi idolatrado Robert Altman donde llamase con furia. Recuerdo que llegué a la película porque veía la serie y mi querido y añorado tío Paco, me dijo: “Debes ver la película, es mejor.” ¡Y tanto! Me hacía mucha gracia ese actor y procuré ver sus películas. Con mi primo John gozamos mucho de ‘Asesinato por decreto’ (1979) donde también destacaba. No mucho después se me quedó grabada aquella expresión -con permanente incluida- en el final de ‘La invasión de los ultracuerpos’ (1978). De hecho, jugábamos al final de la peli. De un modo u otro soy consciente de ese acompañamiento vital que ha tenido Donald -era como mi amigo- a lo largo de mi crecimiento. Algo más mayor disfruté mucho ‘Klute’ (1971  ¿Cómo olvidar la relación tan íntima y gozosa para el espectador que tenía con Jane Fonda? Las películas, en ocasiones, se benefician de esos rodajes ardientes en los que el amor surge de una manera torrencial, como pudo suceder en ‘Tener y no tener’ entre Bogart y Bacall. Esa magia hechiza al espectador. 

Pero si tuviera que destacar una interpretación que me volase la cabeza fue, sin duda, su Casanova en la película de Fellini. ¿Qué era aquello? El prototipo de Casanova que tenía en mi retina era otro. El que encarnó Sutherland era más cercano a un ser humano que pierde y puede que aquel momento, los sinsabores del amor me acompañasen. La música de Rota hizo mucho también porque escuchar la partitura del ‘Pin Penin’ con el Clavicembalo ya se instaló para siempre junto con aquel baile hipnótico con la muñeca mientras descubre que la ama -muy berlanguiano todo-. ¿Y qué, si la película fue vilipendiada? Siempre creeré en ese Casanova y sé que, sin estar Donald, no pensaría lo mismo. 

Solía ir con mi padre a ver las películas en las que intervenía y recuerdo con admiración aquella epopeya de Eastwood,‘Space Cowboys’ (2000). Fue en el cine. ya desaparecido, como casi todos, Cid Campeador, en Príncipe de Vergara, un domingo a la sesión última, tras ver el partido, porque así "el fin de semana duraba más", como decía mi padre.  ¡Una maravilla! Allí estaba ese seductor con dioptrías y sentido del humor subido en un cohete. Cuando enciendo la televisión y hay una película suya, la dejo. No importa el papel, siempre me engancha. Curiosamente, nunca me atrajo el hijo, puede que me cayese mal desde el papel de la entretenida ‘Jóvenes ocultos’(1987), pero siempre he sido, soy y seré de mi amigo, el viejo Donald. Buen viaje. 

IVÁN CERDÁN BERMÚDEZ

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