Crítica Literaria
‘Retrato de una mujer moderna’
Autor: Manuel Vicent.
Editorial: Alfaguara.
Páginas: 216.
Año:2022.
Para mi abuela Lupe que siempre fue moderna.
El acercamiento novelado a Concha Piquer que ha materializado Manuel Vicent es extraordinario. Es un acierto la voz de un narrador que va diseccionando y jugando a confeccionar los detalles que acompañaron a la creadora. Los hechos estaban, claro, pero había que vestirlos. Las biografías noveladas hay que tomarlas cómo lo que son, novelas que juegan, que mienten, que crean. Si la autobiografía es un pacto con la verdad -Lejeune dixit- y la autoficción, un pacto con la mentira -Blanco dixit- la biografía novelada acaricia ambas cosas, porque el narrador, que se reconoce como Vicent, también está en la historia y su aportación busca la alerta en el lector. La novela tiene mucho de tratamiento cinematográfico por la exquisita fluidez empleada por Vicent al evocar imágenes e instantes.
La vida de Concha Piquer tiene un porcentaje muy importante de mito, fundamentalmente por esos aspectos que están en alguna sombra de algún lugar en medio de algún silencio o en algún baúl sin llave. Mujer trabajadora y con mucho sufrimiento a sus espaldas. ¿Qué se conoce de ella? La primera parte del libro es de una proeza exquisita. ¿Cómo fue su vida en Nueva York? ¿Y el crimen? ¿Y la mafia? ¿Qué cantaba? ¿Qué pasiones despertaba? Son los retazos que componen esos “baúles” ocultos los que aportan ese aura de misterio a la vida de “la Piquer”, mujer que amó, sufrió y jamás renunció a su personalidad. El desfile de personajes que transitan por la novela es muy ilustrativo de una España que sufría, que añoraba, que perdía y que volvía a perder, aunque alguno pensase que ganaba. Uno de los amantes que tuvo fue el boxeador Paulino Uzcudun, y puede realizarse una comparación entre el tiempo que compartió con Concha y su figura retratada de forma maravillosa y muy triste, por Manuel Summers en aquella obra maestra que tituló ‘Juguetes rotos’ (1966).
La creación es algo a lo que se alude continuamente y es que el trabajo lo condicionó todo desde aquella temprana que marchó para Nueva York. Poco se ha ahondado en esas letras desgarradoras de algunas de las coplas que cantó y que no eran otra cosa que ese desgarro vital por el que atravesaba el que decidía musicar. Algún moderno dirá que “autoficción” otros que “autobiografía”, lo que no ofrece duda alguna es la puesta en escena de su vida a través de lo que cantaba. Todas sus canciones -propuestas- contaban con planteamiento, nudo y desenlace y llegaban a ser biografías de mujeres en tres minutos, como sostuvo Manuel Vázquez Montalbán.
Sus avatares amorosos están presentes, al igual que sus anhelos, su nostalgia y la muerte que conlleva ese dolor inconsolable. La perdida es algo que siempre estuvo presente en su vida y Manuel Vicent es capaz de darle una forma, la suya, la que como autor ha querido conferir a cada etapa vital. Es demoledora la escena en la que su primer “muñeco” fue uno de sus hermanos fallecidos o ese llanto por el hijo que muere en la distancia.
La últimas páginas en las que figura un yo, el de Concha y la parte en Oviedo -vuelta al yo de Vicent- en la que se debatió si había que dar el premio Príncipe de Asturias a “La Piquer” difiere del resto de la novela. Llama la atención que no forme parte de un epílogo, por mucho que el narrador siempre haya estado presente, pero en estas páginas finales ya todo forma parte del universo de Vicent y su entrevista con Concha o lo que dijeron el resto del jurado. Resalta la figura de Antonio López, como experto en Concha Piquer, y cómo la personalidad del artista genera un interés extraordinario, en ese caso no hubiese estado de más un mayor detenimiento en las apreciaciones, siempre brillantes, del tomellosero.
‘Retrato de una mujer moderna’ es un libro magnífico que ahonda en una mujer tan poco común como atrayente. Una artista completa que luchó, perdió, ganó, asesinó, amó, volvió amar, fue abandonada, vuelta al amor, muerte de un hijo, engañada, respetada, que trató con la mafia, que cantó y supo cuándo parar con elegancia. Una figura tan enigmática como atrayente. Concha Piquer, Conchita Piquer, La Piquer.
IVÁN CERDÁN BERMÚDEZ
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